El último plenilunio del año, la luna llena fría, llega este domingo 15 de diciembre, un nombre que parece un contraste con la ola de calor que sacudió a la primavera más calurosa de la historia. En este contexto, la luna brillará con fuerza una vez más en 2024, y su aparición nos invita a recordar a un escritor francés que adelantó un siglo la exploración espacial: Julio Verne.
Como la Tierra es redonda, la Luna no sale a la misma hora en todo el planeta. La curvatura de nuestro mundo y la inclinación de su eje provocan que nuestro satélite se levante en diferentes horarios según la ubicación. Por ejemplo, en Buenos Aires, la Luna aparecerá a las 20:53, mientras que en Mendoza lo hará a las 21:31. Este fenómeno nos transporta al universo de Julio Verne, nacido en Nantes en 1828, en una época donde no existían automóviles, aviones, ni mucho menos cohetes o satélites. Sin embargo, en su imaginación, la humanidad no tenía límites para moverse. Su pluma surcaba los océanos en submarino, volaba durante cinco semanas en globo e incluso, en su novela De la Tierra a la Luna, anticipó un viaje a nuestro satélite, más de un siglo antes de que se hiciera realidad.
Esa misma luna llena que veremos este domingo en diferentes puntos de Argentina, como en Ushuaia a las 23:33, fue la que iluminó la mente de Verne en 1865. A los 37 años, Verne plasmó su visión de un viaje a la Luna que se adelantaba más de cien años a la realidad, un viaje que fue casi un presagio del alunizaje del 20 de julio de 1969. En su novela, tres tripulantes – Barbicane, Nicholl y Ardán – partían hacia el satélite. La historia real, sin embargo, tuvo como protagonistas a Neil Armstrong, Michael Collins y Buzz Aldrin. Además, Verne también anticipó que ese viaje sería realizado por Estados Unidos, aunque él mismo era francés. Y en su relato, el lanzamiento se efectuaba desde el estado de Florida, un lugar clave debido a su proximidad al ecuador, lo que aprovecha el impulso de la rotación de la Tierra.
Verne también entendió la física detrás de la travesía. Sabía que para escapar de la gravedad terrestre, una nave necesitaría alcanzar una velocidad de 11 kilómetros por segundo, la misma que la NASA utilizó para enviar el Apolo 11 a la Luna. En su novela, Verne predijo que el viaje de ida duraría cuatro días, exactamente el mismo tiempo que el viaje real. Además, en reconocimiento a su contribución a la ciencia ficción, Verne fue incluido en el Salón de la Fama de la Ciencia Ficción en 1999, y en honor a su visión, la luna llena de diciembre en el hemisferio norte se conoce como la luna llena fría, nombre relacionado con el inicio del invierno en esas latitudes.
Este nombre puede parecer ajeno en el hemisferio sur, donde las altas temperaturas marcan el final del año, pero aún así, la luna llena fría nos recuerda a la época en que Verne imaginó un futuro donde la locomotora a vapor era el mayor avance tecnológico, y la humanidad apenas comenzaba a soñar con viajar por el espacio.
Julio Verne nació el 8 de febrero de 1828 y falleció el 24 de marzo de 1905, dejando un legado literario que incluye títulos tan emblemáticos como Veinte mil leguas de viaje submarino, Viaje al centro de la Tierra, La vuelta al mundo en ochenta días, La isla misteriosa y Cinco semanas en globo, entre otros. A lo largo de su vida, Verne fue un músico frustrado, un abogado frustrado y un dramaturgo frustrado, pero logró iluminar la imaginación de generaciones enteras con su visión del futuro.
El 8 de febrero de 2058, igual que hoy, habrá luna llena, y en ese momento, como ahora, Julio Verne seguirá siendo inmortal, guiando nuestros sueños y nuestra mirada hacia el infinito. (Con información de La Nación)