A 25 años de haber cerrado sus puertas el parque de diversiones Italpark, un recordado lugar que distintas generaciones utilizaron como un espacio para el entretenimiento en plena Ciudad de Buenos Aires, volvió a cobrar vida a partir de un emotivo documental realizado por estudiantes de la UBA.
La iniciativa fue realizada por un grupo de estudiantes de Diseño de Imagen y Sonido de la Universidad de Buenos (UBA).
Se trata de Nicolás Vatenberg, Fedrico Bruni y Fabrizio Gamba, quienes recopilaron material de publicidades, grabaciones caseras y otros archivos fílmicos para realizar el documental.
"Fue impresionante la devolución. Nos empezaron a mandar material en super 8 y VHS que nosotros fuimos digitalizando", explicó Vatenberg. El creativo comentó que "la mayoría de los videos caseros eran de cumpleaños". Asimismo, mencionó que algunos colaboraron con entradas, recuerdos y mucha historia familiar". "Hubo muchos coleccionistas que querían que les saquemos fotos a su objetos", agregó.
En tanto, Bruni, definió a la realización como "un documental comunitario" y rescató que para las personas que lo conocieron resultaba "una salida asegurada de fin de semana".
Todo comenzó a partir de un trabajo para la facultad, donde buscaron una historia que haya marcado la infancia de los argentinos.
En Facebook armaron una página para que los usuarios de la red social compartan sus recuerdos del Italpark y se produjo una catarata de respuestas.
Unas 1.500 personas ofrecieron material en distintos formatos y todo derivó en un documental.
Emplazado en el actual Parque Thays, sobre la avenida del Libertador y Callao, en el barrio porteño de Recoleta, el Italpark fue una creación de una familia de inmigrantes italianos, los Zanon.
En un predio de unos 45.000 metros cuadrados, llegó a tener unos 35 juegos electromecánicos importados de Italia, además de más de 20 stands con atracciones típicas de un parque de diversiones.
Las tres montañas rusas, el tren fantasma, ThunderJet, el Dumbo, el Laberinto del Terror, el MatterHorn, el juego de las tazas, los autódromos Autos Sprint, Súper Monza o Indianápolis, el Zamba, los autos chocadores, el arquero de goma al que había que hacerle un gol, fueron algunas sus atracciones.
Con el paso del tiempo, la magia del Italpark se fue lavando, por la falta de mantenimiento y controles, hasta derivar en una agonía que terminó el 29 de julio de 1990 con la muerte de Roxana Alaimo, de 15 años.
La chica había ido al parque junto a un grupo de compañeros de la secundaria. Se subió al carrito 12 del "MatterHorn", una calesita a toda velocidad con autos unidos a un eje central. Después de unas vueltas, el coche se desprendió y golpeó con furia contra una de las barreras protectoras. Alaimo falleció casi en forma instantánea por traumatismo de cráneo.
"La clausura judicial duró algo más de tres meses. A principios de noviembre de 1990, el juez Marcelo Arias la levantó y el parque reabrió un fin de semana. Fue un triste canto de cisne. El último día de esa aparición fantasmal del Italpark, el parque cerró cerca de las 20 por falta de público", escribió el periodista Guillermo Dos Santos Coelho en un artículo de Clarín.
Veinticinco años después de que el parque bajara la persiana, su espíritu revive en imágenes sepia y granuladas, de un enorme peso emocional. En una mezcla entre pasado y presente, para que lo disfruten los que lo extrañan y los que no lo conocieron.