Un 11 de septiembre, Día de la Tradición, a las 8:50 de la mañana una mujer fue hallada sin vida en una habitación anexa a su vivienda en San Benito. Se analizó la causa como autodeterminación. Tras pasar un par de años, surgió la versión de que este suicidio, tal como se había archivado, no había sido así. Habría sido un homicidio con un agravante de que la calificación era el vínculo que tenía el marido, a quien se lo acusó de haberla matado.
La declaración de los dos pequeños hijos, que después de dos años de silencio, que el padre había sido el que mató a la madre. Se realizaron varias pruebas, entre ellos tres peritos. Finalmente, en 2005, este suboficial de la policía de Entre Ríos fue condenado a cadena perpetua.
La semana pasada, el abogado defensor del condenado, Marcos Rodríguez Allende, confesó a Códigos que los hijos del policía que lo acusaron de la muerte de la madre, le fueron a pedir disculpas a la cárcel. Ahora está con salidas laborales, se encuentra trabajando en la capital provincial.
Aurelia Rode era maestra, quien el 11 de noviembre de 1999 fue encontrada junto a una escopeta sin vida. Se hizo la pericia con el convencimiento de que había sido un suicidio. Dos años después, los peritos solamente tenían fotos y la ropa había sido incinerada. Dos peritos afirmaron que fue un suicidio y otro que fue un homicidio. La mujer se puso el arma de fuego –la escopeta- en el pecho, donde la mujer se disparó y se produjo la muerte de forma inmediata.
“Los menores fueron a verlo al padre y le pidieron disculpas al padre porque habían mentido”, afirmó el abogado de Burgos, Marcos Rodríguez Allende, en diálogo con Códigos, que se emite por Elonce. Los pequeños habían quedado bajo resguardo de los abuelos del lado materno.
La versión de uno de los peritos de la causa
Ángel Iturria, quien fue uno de los peritos aquel día, recapituló aquel hecho: “En un principio se investigó y se determinó que era un suicidio. No había evidencias. Después aparecen unas cartas de los hijos de Burgos, que manifestaban ‘papá vas a pagar lo que hiciste’. Eso e llevó a la Justicia como evidencia para reabrir la causa y tomarla como un homicidio. Tomé una posición diferente a la del perito del Superior Tribunal de Justicia de ese momento, que se inclinaba por el homicidio. Valoraba la hipótesis del homicidio porque no había evidencias. El disparo fue en la zona del pecho. Fuimos al lugar del hecho, donde Burgos tenía un banco de trabajo, y ahí había sido el lugar del hecho”.
Asimismo, agregó: “Hicimos una revisión del lugar. Burgos era cazador, tenía una escopeta y cartuchos, que fue lo que se utilizó para la muerte de esta mujer. La hipótesis mía es cómo ella podía haberse efectuado el disparo. Efectivamente, de acuerdo a la distancia del brazo, podría haber arribado para efectuarse el disparo. Hubo un spray de sangre hacia adelante. Se manchó toda la escopeta –prácticamente todo el cañón y la empuñadura-. Él no tenía ninguna gota de sangre ni siquiera en su ropa. Él enseguida salió a pedir auxilio y él no tenía nada manchado en sus prendas. Ese baño de sangre al autor lo habría manchado de sangre. Además, en el piso, cuando uno se para sobre el spray de sangre, debe quedar un blanco, que es la parte donde no cae la sangre, sino que cae en los zapatos y en las prendas. Esas son las evidencias que me inclinaron por el suicidio”.
El padre cumplió la condena, hoy está reinsertado en la sociedad y se confirmó que era inocente. Sin embargo, una familia quedó destruida.