El remisero que vio a Fernando Pastorizzo tirado en el suelo al lado de su moto la madrugada del 29 de diciembre lo encontró agonizando, pero todavía vivo. Pensó que había tenido un accidente y llamó a la línea de emergencias. Pidió un patrullero y una ambulancia. "Tenía mucha sangre en la cara", recordó.
La policía fue la primera en llegar a la calle General Paz al 300 de Gualeguaychú. "Le toman el pulso y pregunto si está vivo. Me dicen que sí", contó el chofer al canal América. Cerca de donde estaban, había un vecino barriendo la vereda y otro sacando la basura. Ninguno se acercó a ayudarlo. Tampoco llegó rápido la ambulancia. "Tardaron 20 minutos", sostuvo. Cuando llegaron, ya estaba muerto.
El médico se lo confirmó a la policía. Fernando tenía ya las pupilas dilatadas, la sangre coagulada y estaba frío. No podían hacer nada para salvarlo. Entonces fue que le tomaron la primera declaración al remisero, que mantuvo la hipótesis del accidente. "Pensé que se había caído o golpeado", dijo. "Ni la policía, ni los médicos ni yo le vimos sangre en el pecho ni nada, solo tenía sangre en la cara".
El conductor volvió a subir a su auto y llevó a destino al pasajero que lo esperaba adentro. Después de terminar el viaje volvió a la base. Había pasado una hora y la policía lo estaba esperando. Querían que ampliara su declaración en la comisaría. Para ese momento ya sabían que Fernando no se había accidentado. Su exnovia, Nahir Galarza, había confesado ser la autora de los dos disparos que terminaron con su vida.