Darío Gastón Badaracco fue quien, en teoría, vio a Araceli Fulles por última vez; hasta afirmó haber tenido relaciones sexuales con la joven de 22 años desaparecida a comienzos de abril en la última noche en que fue vista. Badaracco declaró tres veces en la causa en calidad de testigo ante la fiscal del caso, Graciela López Pereyra. Las coincidencias en su contra, finalmente, se volvieron demasiadas.
Badaracco, 29 años, casado y padre de al menos dos hijos, trabaja en un corralón: se encontró ADN de Araceli en el camión que usa para el reparto. Su última declaración ante la fiscal fue el jueves por la mañana. Habló y se fue. Pereyra sospechó.
Por orden de la fiscal, la DDI de San Martín de la Policía Bonaerense irrumpió el jueves por la noche junto a equipo de perros entrenados del cuerpo K-9 en la casa de la madre de Badaracco en José León Suárez, sobre la calle Alfonsina Storni, zona de Loma Hermosa. El lugar ya había sido allanado con anterioridad, sin resultados.
Esta vez, uno de los perros se inquietó visiblemente al entrar a una precaria construcción en la parte trasera. Allí, bajo cal, escombros y una de capa cemento de colocación reciente había partes del cuerpo de una mujer, principalmente una pierna. Romper el cuerpo fue duro: partes del cadáver seguían enterradas para la medianoche del jueves. Badaracco, para ese entonces, ya se había fugado, publica Infobae.