Algunos medios internacionales están hablando de IHU (o 1.640.2), una variante de Covid que investigadores franceses están mirando con cautela al sureste de ese país desde mediados de noviembre, antes de la explosión informativa y epidemiológica de Ómicron.
Si bien recabaron algunos datos importantes, todavía son insuficientes para sacar grandes conclusiones. En otras palabras, no hay aún evidencia para considerar a IHU variante “de preocupación” o “de interés”.
Sin embargo, la miran de cerca por un par de razones. La primera es que tiene suficientes mutaciones, es decir, cambios en el genoma, y también deleciones, básicamente la pérdida de ciertos componentes.
Esto importa porque algunas de esas modificaciones habían sido identificadas en ciertas variantes de preocupación, las famosas "VOC". En concreto, Beta ("ex" Sudáfrica), Gamma ("ex" Manaos), Lambda ("ex" Andina) y la omnipresente Ómicron.
No se puede descartar que algunos de esos cambios perjudiquen la acción (contra el virus) de los anticuerpos neutralizantes.
La otra razón para “seguirla” con cautela es que IHU, cuyo “caso índice había regresado de un viaje a Camerún” -aclara el preprint fechado el 29 de diciembre, disponible en el sitio medRvix-, fue detectada en 12 pacientes (adultos y chicos) al sureste de Francia, lo que podría indicar que esta versión del coronavirus, quiérase o no, “marcha”. Es decir, funciona. ¿Por qué esto es importante?
Antes de explicarlo, la pregunta que todos se deben estar haciendo: ¿por qué se llama IHU?
Como se ve, no tiene letra griega asignada. El equipo de investigación a cargo del preprint (que, hay que aclarar, aún no fue arbitrado por pares ni publicado) explica que la rotuló con el nombre de su instituto, precisamente el “IHU Méditerranée Infection” de Marsella, Francia.
“IHU” -en realidad, IHU MI- es el acrónimo del mucho más largo “L'institut hospitalo-universitaire en maladies infectieuses de Marseille”.
Errores y mutaciones
Arriba decíamos que la detección de cierta variante de coronavirus en un puñado de personas amerita seguir el asunto de cerca. La razón fue contada muchas veces en estas líneas, pero vale la pena recordarla: las mutaciones en el genoma viral se producen en la replicación dentro de nuestro organismo. Más contagios hay en el mundo, más “fotocopias” saca del virus de su propio genoma.
En esas copias se producen errores (involuntarios desde ya, dado que el virus no es un ser vivo), que pueden empeorar el rendimiento del Covid -en cuyo caso las modificaciones terminarán diluyéndose, sin prosperar- o, al revés, mejorarlo, caso en que la mutación podría “asentarse”, y dar lugar a una nueva variante.
Y siempre que eso ocurre, los investigadores miran de cerca la nueva versión, en busca de entender los efectos biológicos de los cambios: si podría ser virulenta, más contagiosa o evadir la inmunidad previa de la población, tanto por infección “natural” como por vacunación.
¿Es este el caso? Aparentemente, sí. Hay una variante (lo correcto en este caso es “sublinaje”) y se llama 1.640.2, para distinguirla de su hermana filogenética, la 1.640, que por el surgimiento de la nueva versión, ahora debió ser renombrada como 1.640.1. Pero de los efectos biológicos aún no se sabe nada.
De hecho, la propia 1.640.1 no es considerada “de preocupación”. Había sido detectada en abril de 2021 en Francia. Luego se vieron casos en Indonesia y el Congo.
Por último, un detalle más sobre las mutaciones y deleciones de IHU. La aclaración no es tanto por los números en sí (a los inexpertos no nos dice mucho si tiene 10 o 100 cambios genómicos) sino por cómo está corriendo la información en los medios.
El trabajo de los investigadores franceses es muy claro: IHU tiene 46 mutaciones y 37 deleciones. Sin embargo, esos cambios (que son nucleotídicos, es decir, al nivel de los nucleótidos) se traducen en 30 sustituciones de aminoácidos y 12 deleciones.
¿Entonces?
No es tan complicado como parece. Cada aminoácido es codificado por tres nucleótidos. Algunos cambios nucleotídicos son “silenciosos”, o sea que no afectan a los aminoácidos. Otros se traducen en cambios concretos.
En los términos que interesan al público general absolutamente agotado de esta pandemia, la importancia de las mutaciones es al nivel de los aminoácidos (no de los nucleótidos). Así que son 30 mutaciones y 12 deleciones. Algunas son en esa proteína que siempre miran los científicos (porque la mayoría de las vacunas están dirigidas a ella), la famosa Spike.
Sin embargo, los cambios en otras zonas del genoma también podrían ser importantes.
Como concluyen los investigadores franceses, “estos datos son otro ejemplo de la imprevisibilidad de la aparición de variantes del SARS-CoV-2 y de su introducción en un área geográfica determinada desde el extranjero”. Fuente: (Clarín)