Silvina Luna estuvo el domingo en La Peña de Morfi y no dudó en hablar sobre las dificultades que atraviesa a raíz de la cirugía que se hizo hace varios años con Aníbal Lotocki y que le dejó una sustancia peligrosa dentro de su cuerpo: “Estoy en un tratamiento con medicación para matar a la bacteria y recién después entrar en la lista de Incucai para esperar el trasplante. Entre una cosa y la otra, el año pasado estuve medio año internada. Después de eso, me dijeron que mis riñones no funcionaban y que el próximo paso era la diálisis”.
La actriz mostró en redes sociales que se está haciendo diálisis y contó que planea realizarse un trasplante de riñón. Además, reconoció que se sometió a cirugías porque era muy insegura: “Yo creo que siempre fui insegura y sobre todo en ese momento en el que elegí hacerme una cirugía. En el colegio me hacían bullying porque salía en una publicidad de allá, de Rosario”.
“Me corrían, me encerraban en el baño y ahora me río, pero en su momento fue fatal. Me corrían hasta mi casa y nunca lo hablé en la escuela. Tenía amigas que me querían bien, pero me tuve que defender sola. Yo iba a una escuela picante”, le contó a Georgina Barbarossa.
“A los 17 años llegué a Buenos Aires y trabajaba de cualquier cosa y a los 20 entré a Gran Hermano. Siempre seguí hacia adelante pero también siempre fui muy insegura. Cuando tomé la decisión de operarme, del otro lado me encontré con un psicópata, que me dijo que el procedimiento no tenía consecuencias adversas”, recordó Silvina.
“Después de lo que me pasó no tengo ganas de hacerme nada, quiero aceptar mi cuerpo como es. Todos somos únicos. Y las operaciones nos terminan haciendo a todas iguales. Te convertís en una esclava de un círculo vicioso que no para más. Hay muchas cirugías que no salen como uno quiere -lo que pasa es que eso no sale tanto a la luz-. Hoy lo que creo es que no hay que ponerse nada extraño al cuerpo de uno. Yo lo hice porque no me creía suficiente con lo que tenía y buscaba la valía fuera de mi”, siguió.
“Me gustaría decirle a la gente que no de nada por sentado. La vida, de repente, te puede dar una cachetada. Hay que cambiar la queja por el ‘gracias’. La única certeza que tenemos en la vida es la muerte. Es solo un paso más, no sabemos que hay después y por ahí es maravilloso. Hice una promesa y si todo sale bien después del trasplante quiero adoptar”, finalizó.