Marcelo Gallardo vive en estado de homenaje permanente. Si bien los 14 títulos que consiguió en River Plate le tendieron el carnet vitalicio de leyenda del club, desde que anunció que dejará la dirección técnica tras ocho años y medio exitosos de gestión, los reconocimientos se multiplicaron. Luego de lo que vivió el domingo pasado en la caída ante Rosario Central, con una gala dedicada exclusivamente a él en un Monumental a reventar, esta vez, en la previa del duelo ante Racing por la última fecha de la Liga Profesional, volvió a disfrutar de un momento especial.
Es que cientos de hinchas del Millonario se reunieron en el playón junto al micro para despedirlo, al tratarse del último encuentro oficial del Muñeco al frente del plantel (luego todo indica que quedarán dos amistosos). Con banderas, hits y gratitud eterna, cantaron por el ex enganche en continuado. Y Gallardo se emocionó desde que escuchó los primeros compases.
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De hecho, se asomó por la ventana de la concentración para embriagarse con el "Muñeeeco, Muñeeeco", cual Perón en el balcón de la Casa Rosada. Para ilustrar ese instante mágico, el club, en sus redes sociales, apeló a un guiño a la Superfinal de la Copa Libertadores que la Banda le ganó a Boca Juniors en 2018. "Sos eterno, como lo de Madrid", lo endulzó la institución en Twitter.
Pero hubo más. Antes de subirse al autobús, el orientador se quedó en el playón, disfrutando de la fiesta, con la vista extraviada, saludando a la multitud, y una sonrisa dibujada en el rostro. Después, sí, se ubicó en su asiento y saludó a cada uno que se acercó y le dedicó un grito, un mensaje, un pulgar arriba.
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Claro, no fue sencilla la partida del vehículo. Es que puertas afuera del club también había gran cantidad de fanáticos. Si bien por cuestiones de seguridad había quedado abortado el banderazo más masivo en las calles en forma de caravana, muchos fanáticos se autoconvocaron espontáneamente, primero formando un pasillo para dejarle paso al micro hasta que... El amor pudo más.
En consecuencia, quedó encapsulado en el mar de hinchas, que cantaban por River y Gallardo. Así se mantuvo varios minutos, hasta que consiguió avanzar muy lentamente, a paso de hombre. Allí logró llegar a la calle, ubicarse detrás de la custodia policial y, al fin, iniciar su periplo hacia Avellaneda... Con el Muñeco y los futbolistas aún atesorando en sus rutinas las imágenes cargadas de pasión.