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Sergio Hernández: "No hay nada que me moleste más que nos pongan de ejemplo para criticar al fútbol"

En una extensa charla, el entrenador de los subcampeones mundiales de básquetbol habló de qué es el éxito, del resultadismo, de la necesidad de una política deportiva, de su equipo y del rol de técnico.

11 de Octubre de 2019
La Oveja se refirió a todos los temas en un entrevista profunda.
La Oveja se refirió a todos los temas en un entrevista profunda.

Beijing-Amsterdam-Buenos Aires-Casa Rosada-Núñez. Lo único que quería Sergio Hernández el 17 de septiembre después de semejante periplo era tirarse en su cama. Pero antes, almorzar algo liviano. Fue al boliche habitual cerca de donde vive, el mozo -uno de los mismos de siempre- lo felicitó y se dispuso a sentarse. De repente, un hombre se levantó de la silla y comenzó a aplaudirlo. Y uno más. Y otro más. No quedó ni un comensal sentado. "Se paró el restorán entero. Eran cuatro o cinco personas de unas 20 mesas. Y no era en Olavarría, donde van los mismos de siempre. Yo me quería suicidar ahí mismo", recuerda el ovacionado Oveja.

 

Días después salió a cenar a un restorán de cubierto caro y renombre internacional en Vicente López. La tarjeta de crédito iba a doler, pero los gustos, si se pueden, hay que dárselos en vida. Pidió la cuenta y sacó la billetera. De golpe, sintió una presencia a su lado. Era el chef, quien lo miró fijo y exclamó: "¡Hernández, de ninguna manera! ¿Cómo va a pagar después de lo que hicieron por nosotros?"

 

Y Hernández, Sergio Hernández, el entrenador de los subcampeones mundiales de básquetbol, sigue asombrado. "Jamás viví algo así en Buenos Aires. Esto es una locura. Ni con Ginóbili ?pasó esto -avisa-. Todos los días recibimos muestras espontáneas de cariño. De la gente del palo y de la que se prendió a vernos de madrugada porque un Mundial es un Mundial. Es increíble. Y eso que a Mar del Plata no volví todavía".

 

Es un mediodía cualquiera con cielo gris en Buenos Aires y durante la hora y media de charla con Clarín habrá un par de interrupciones corteses para un apretón de manos y una foto con el entrenador. El mismo que después de dirigir a la Selección hacia un cuarto puesto en el Mundial de Japón 2006, la medalla de bronce olímpica en Beijing 2008, el quinto lugar en el Mundial de Turquía 2010 y la despedida de la Generación Dorada en Río de Janeiro 2016?, condujo a un equipo renovado hacia una medalla de plata lograda con identidad, estilo y básquetbol del bueno, que llevó al mundo a aplaudir nuevamente a la Argentina. Nada mal...

 

"Nunca en mi vida vi que sucediera esto en Buenos Aires con el básquetbol. Es irreconocible ?describe-. Me para gente que no tiene idea del deporte. Me dicen: 'Gracias por el ejemplo que le dieron a mis hijos de que con trabajo y sacrificio se pueden lograr cosas' o 'Gracias a por darme una alegría en estos momentos en que el país necesita estas cosas'. ¡Im-pre-sio-nan-te!".

 

 

 

<b>-Una Selección es un equipo deportivo. ¿No es demasiado que la pongan como ejemplo de lo que debe ser Argentina?</b>

 

-A ver? En el Mundial ?representamos al básquetbol argentino, desde la escuelitas de Ushuaia y de La Quiaca. Si se quiere, representamos al deporte argentino y hasta al país. Hay quienes dicen que cuando te ponés la camiseta argentina, no tenés por qué representar a nadie, no tenés que ser ejemplo de nadie. Lo lamento, flaco. Estás representando a tu país y estás siendo ejemplo de un montón de cosas.

 

<b>-¿Es una Selección la Patria?¿No es un poco fuerte cargarle ese peso?</b>

 

-Y, vos llevás tu bandera en el pecho en ese momento. Tus actitudes, tu ética, tus valores tienen que estar a la altura. Te guste o no, lo sientas o no, es así. Se toca el Himno, ¿me entendés? Vos tenés la camiseta argentina. La final del Mundial fue el partido más visto en la historia del básquetbol español. Lo que representes en ese partido repercute en la sociedad de manera muy fuerte. ¿Por qué tienen que estar a la altura un político, un soldado y nosotros no? Durante esos 20 días, fuimos embajadores de la Argentina.

 

<b>-Con los triunfos hizo mella una mirada que comparó el juego del equipo con lo que debería hacerse en el país: un proyecto claro, jugar para el otro, ser solidarios? Se insiste: ¿no es un contrapeso excesivo?</b>

 

-Eso me parece exagerado. Nos pone en un lugar en el que no estamos a la altura que nos pongan. Son cosas diferentes. No vamos a comparar las dificultades políticas de un país con las que pueda tener un equipo de básquetbol para ser el mejor posible y enfrentar a los rivales. Me parece incluso injusto para gente que tiene que gobernar una provincia, un país o una ciudad. En ese sentido, no corresponde ponernos de ejemplo.

 

<b>-Lo que queda claro es que el deporte es un fenómeno sociológico increíble.</b>

 

-Claro. Ahora, ¿por qué en el deporte se consiguen cosas que en otro nivel es muy difícil conseguir? La gloria que todos queremos se consigue de una sola manera: con un compromiso muy grande que te lleve a lograr una excelencia colectiva y te permita llegar a lo más alto que puedas. No se puede lograr absolutamente nada desde lo individual. Por lo tanto, entendemos lo que es asumir roles, respetar jerarquías, tácticas y estrategias, prepararnos enfocados en tirar para el mismo lado... Por eso damos charlas a nivel empresarial o político. Pero de ahí a que creamos que es trasladable a otros ámbitos es ponernos en un lugar que nos queda demasiado grande. No sé qué pasaría si vamos a la política. Lo que sí tengo claro es que nada se consigue si no hay un objetivo en común.

 

<b>-Todos se trazan objetivos y pilares en los cuales sustentar lo que quieren. Pero después se habla más o menos de un equipo sólo por sus resultados.</b>

 

-Es ridículo. Podríamos haber perdido con Serbia en los cuartos de final y haber quedado octavos en el Mundial y no hubiésemos tenido esta repercusión. Pero nosotros seguiríamos siendo el mismo equipo, con los mismos valores, la misma ética, los mismos códigos y el mismo compromiso. Hablar después de un resultado deportivo bueno o malo y sin estudiar bien a fondo la cosa es relativo. El resultado siempre relativiza todo. Podemos dar fe de que siempre estuvimos más enfocados en tener un óptimo rendimiento que en el resultado y podemos hablar con la mano en el corazón del orgullo por lo que hicimos. Pero no por el resultado en sí.

 

 

 

<b>-Por eso tu frase: "Ganamos la plata; no perdimos el oro".</b>

 

-Sé que generó una repercusión muy fuerte en la sociedad, pero si un mes atrás no hubiésemos ganado el oro panamericano en Lima?, yo habría dicho: "Perdimos el oro; no ganamos la plata". Porque no es todo lo mismo. A Lima fuimos a buscar ese oro, a prepararnos para el Mundial y a poner al equipo en un escenario de máxima presión. Logramos las tres cosas, que no siempre se logran. Si perdíamos, sin vergüenza hubiera dicho: "Perdimos el oro". Nos hubiéramos colgado la plata, subido al podio y saludado al rival, porque es algo que tenemos dentro nuestro, pero hubiésemos sentido un semi fracaso. En cambio, al Mundial lo consideramos un éxito apenas terminó el partido con España, más allá de la tristeza por haber perdido. Hablar del resultado, si no profundizás, es muy relativo.

 

<b>-Te encanta hablar. ¿Aprendiste a manejar tu forma de declarar?</b>

 

-Me cuido mucho a la hora de declarar, sobre todo cuando gano, porque cuando ganamos nos ponemos en un costado docente de la vida y decimos que en el deporte se gana y se pierde, que es un juego y que la vida es otra cosa? Pero cuando perdemos, decimos que es la vida o la muerte. Leo muchas declaraciones de protagonistas del deporte, la política y el arte y veo lo mismo. Por eso me cuido de no caer en la cosa narcisista o egocéntrica de tener ese aura de superado, cuando en realidad no lo estoy, porque cuando pierdo, no soy esa persona.

 

<b>-¿Cómo lidiar con que te tilden de "exitoso" o "fracasado" de acuerdo al resultado y no al rendimiento?</b>

 

-Vos no tenés un claro conocimiento de qué es el éxito o qué es el fracaso. En un momento de tu carrera, considerás que perder es un fracaso. Debés tener una preparación que no tenemos, porque más allá de lo que vos creés, tenés que absorber lo que viene de afuera. Esa enorme necesidad de la sociedad de ponerte como "exitoso" o genio si ganás o como "fracasado" si no te va bien. Es ridículo. No sos ni una cosa ni la otra.

 

<b>-¿De este tema se habla en una sobremesa de la Selección?</b>

 

-Sí. Tuvimos la suerte de contar en los últimos 20 años con tipos como Ginóbili, Oberto, Pepe Sánchez, Nocioni, Scola y ahora Campazzo, jugadores extremadamente buenos, que han tenido los mejores entrenadores en los mejores equipos, que recorrieron el mundo entero y que nos enseñaban mucho con un nivel de inteligencia y curiosidad por encima de la media. Ellos nos han enseñado que el verdadero objetivo es la búsqueda de la excelencia y eso te lleva un resultado determinado. Obviamente que todo lo que hacemos es para ganar, porque si no parece que uno es lírico. Todo lo que armamos es para ganar. Ahora, ¿qué es ganar? ¿A quién le tenemos que ganar? Un entrenador me dice: "Quiero ser como vos porque sos exitoso". Ok, ¿yo te parezco exitoso? ¿Y al lado de Popovich?? Entonces, ¿qué es ser "exitoso" y qué es ser "fracasado"?

 

<b>-Le tenés que ganar a tu propia expectativa, a tu propio miedo, a tu propia tensión...</b>

 

-Es que es así, no hay otra. Por eso el deporte "individual", donde la motivación es propia, te enseña tantas cosas. En el atletismo, la gimnasia, la natación, ¿para qué laburan durante cuatro años, se entrenan, van al gimnasio, se cuidan en la comida y se miden hasta el sueño profundo? Si corren 100 metros en 10 segundos, si nadan contra los otros en minutos, si hacen una rutina de poco más de un minuto? ¿Me estás jodiendo? Ellos no se sienten contentos o tristes, "exitosos" o "fracasados", en función de si ganan o no, sino en función del tiempo o la marca que hagan. Si no, ¿para qué se entrenaba el que corría contra Usain Bolt ?en lugar de decirle al de la pistola (el largador): "No dispares que voy a correr una carrera que ya sé que no voy a ganar"?

 

<b>-¿Será que es un drama particularmente extendido en el país? Al cabo, en el Mundial dijiste: "En Argentina es el único lugar en el mundo en donde se trata al segundo como el mejor de los fracasados".</b>

 

-Debe haber otros lugares, je, pero debemos revertir esa idea porque vamos a estar insatisfechos siempre.

 

 

 

Mayo de 2013. Como aperitivo para una charla que daría Pep Guardiola en un teatro del centro porteño, le organizaron un almuerzo con 150 invitados especiales en el hotel de cinco estrellas que lo hospedaba. "Pensaba que era un encuentro íntimo y le armaron un monstruo tremendo ?recuerda Hernández-. De repente, el orfebre (Juan Carlos) Pallarols, el que le hace el bastón al presidente, sube al escenario con un cáliz que le estaba terminando al Papa Francisco (había asumido dos meses antes). 'Ya está listo. Le falta un golpe y quiero que se lo dé usted. Tiene que poner el punzón y darle así", le dice a Guardiola, que se sorprende. No me olvido más de sus palabras: 'Uno no está preparado para semejante demostración de afecto. Muchas gracias. Sí me queda claro algo: nunca voy a venir a dirigir a la Argentina. Acá ponen la expectativa demasiado alta en la persona".

 

<b>-El problema es que se revuelve el cuchillo en la herida si no se sale primero.</b>

 

-Sí, como si eso fuera un problema. Es mucho más difícil llegar a la final que ganarla, obviamente. Me ha tocado perder muchas finales y eso que el básquetbol es un deporte lógico. ¿Y el fútbol? Mirá la final Argentina-Alemania del Mundial 2014. Dominó Argentina y encima todavía me quieren convencer que el foul del arquero alemán (Neuer) a Higuaín no fue penal. ¡¿Me estás jodiendo, flaco?! Pero terminó el partido, ganó Alemania y automáticamente dicen: "Son fracasados".

 

<b>-¿Por qué entonces el segundo puesto en el fútbol es eso y el segundo puesto en el básquetbol fue una fiesta nacional de gente que no tiene idea de cómo se pica una pelota y madrugaba para verlos?</b>

 

-Posiblemente, porque el básquetbol no despierta las pasiones que despierta el fútbol. Y la pasión anula a la razón. El futbolista no puede admitir perder, porque se lo enseñaron sus bisabuelos, abuelos, padres? El entorno. Es un mandato. Seguro que los futbolistas estaban contentos por jugar la final del mundo. Pero? "¡Boom! Fracasado" . El entorno del fútbol es tremendo y eso que yo estoy en ese entorno. El problema no es el fútbol ni los futbolistas ni los entrenadores. El problema es lo que nosotros hemos creado alrededor del fútbol.

 

<b>-Lo que se ha depositado...</b>

 

-Un monstruo dañino, venenoso y a la vez necesario. Un fenómeno cultural. Una religión. Hay clubes que lo saben soportar y su organización está más allá de eso. Pero el entorno se mete y la cosa no cambia porque los protagonistas quieren ser políticamente correctos y tienen miedo de desafiar eso y de que los tilden de líricos o no resultadistas.

 

<b>-¿Cómo tomás entonces que ese entorno use un éxito de otro deporte, como pasó con el Mundial de básquetbol, para pegarle a la Selección de fútbol?</b>

 

-Es ridículo, es ridículo. No hay nada que me moleste más que cuando volvemos con un buen resultado se nos ponga de ejemplo para criticar al fútbol, que incluso no tomaría ese resultado como bueno. Y me llama la atención lo que se ve en los medios que existen por el fútbol. Hay una exagerada cantidad de gente que trabaja para opinar sobre el show que es el fútbol en Argentina. A veces no les debe quedar otra que montar un espectáculo. Cuando los conocés individualmente, les gusta hablar del deporte. Pero se ve que se suman a la locura y no les queda otra que actuar de policía bueno o policía malo y hacer lío, porque eso es lo que vende. Así estamos.

 

 

 

<b>"EN ARGENTINA NO HAY POLÍTICA DEPROTIVA"</b>

 

El deporte argentino de alto rendimiento es un milagro. Miles de sueños echan a volar desde pibes, se entrenan, se fogonean y chocan contra la falta de apoyo para el empujón inicial. Y aún sin infraestructura de elite en cantidad, con deportistas que trabajan para subsistir, a sabiendas de que sus cuerpos tienen una vida útil, se logran resultados memorables.

 

<b>-¿Coincidís en que es un milagro, Sergio?</b>

 

-Es un milagro. ¿En qué triunfamos? No nos engañemos. Como triunfamos en los deportes colectivos que nos gustan, creemos que somos exitosos a nivel deportivo mundial. No lo somos. Nos va bien en algunos deportes de conjunto que se juegan con la pelota: hockey, fútbol, hoy el básquet, Los Pumas, el vóley, el handball?... Son los que están contenidos en los clubes.

 

<b>-Y el deportista argentino tiene un plus por la lucha cotidiana.</b>

 

-Yo no sé si es porque este país tiene un mix de razas o porque fuimos y somos permanentes sobrevivientes, pero tenemos un nivel competitivo tan exacerbado que logramos cosas que no deberíamos lograr. En el básquet no somos altos, no somos atléticos, no somos tan rápidos... Pero queremos ganar. ¿Qué hacemos? Si a un jugador le decís que debe ser tremendamente disciplinado, respetar la ciencia del juego, cumplir cada detalle, jugar cada pelota como si fuera la última y entrenarse cuando los otros duermen, te responde: "¿Y de esa manera yo puedo competir? Bueno, sí, listo, vamos".

 

<b>-Y tenés que hacer al de al lado mejor que vos.</b>

 

-Claro. Tenés que respetar roles y jerarquías, dejarte liderar y liderar. "¿Vos me decís que así puedo ganar? Bueno, dale, vamos con eso", te dicen. Son indicadores de por qué el deporte argentino de conjunto logra lo que logra. Pero cuando vamos a unos Juegos Olímpicos nos venimos 28º en el medallero. Si eso es ser bueno en lo deportivo, tengo mis dudas.

 

El deporte argentino de alto rendimiento es una faceta. El deporte social, escolar y de desarrollo de talentos es otra cosa. Es tierra necesariamente del Estado, que debe hacerse fuerte en la inclusión. Entonces Oveja va al grano: "En Argentina no hay política deportiva y por lo tanto no hay cultura deportiva. ¿Qué es el deporte en Argentina? ¿Cómo se lo considera? ¿Dónde está ubicado?"

 

-En los clubes.

 

-Sí, es uno de los países en el mundo en el que quedan clubes, con todo lo que eso significa. El Estado descansó siempre en los clubes y eso hace que tengamos un muy poquito porcentaje de la población joven haciendo deporte federado. Y en los clubes se juega a la pelota. Por eso no tenemos cantidad de atletas.

 

<b>-¿Hay tiempo para dar vuelta este escenario?</b>

 

-A tiempo estamos. De última, no lo veremos nosotros ni nuestros hijos. Alguna vez va a explotar esto, porque el deporte a nivel base es una herramienta fundamental en la educación e inclusión y a nivel de la punta de la pirámide es la cuarta economía del mundo, basada en el negocio del entretenimiento. Si no la ves, estás mirando el mundo de espaldas, hermano. Y no es una crítica a este Gobierno sino a todos los argentinos. Pero si hoy no tenemos Ministerio de Educación?, ¿qué podemos pretender del deporte?

 

<b>-En el plano social e inclusivo, ¿qué política deportiva llevarías a cabo con los clubes, empezando por no asesinarlos con las tarifas?</b>

 

-Los clubes de barrio deberían ser una política de Estado. ¿Vos sos un club sin fines de lucro? Listo, no pagás este servicio o esto otro. Lo absorbe el Estado. Con una fiscalización coherente y periódica, porque si no me pongo un club y que me apoyen. Es ridículo que una institución sin fines de lucro viva esta realidad cuando aloja a nuestros propios hijos.

 

<b>-Y los forma no sólo deportivamente sino con valores transportables a la vida cotidiana.</b>

 

-Es ridículo. Subvencionarlos debería ser una obligación del Estado. Pero ésta es una mínima parte.

 

<b>-¿Qué otra pata fuerte ves?</b>

 

-Pensá en un club bien basquetbolero, que tiene desde escuelita hasta equipo de la Liga Nacional. Bárbaro. ¿Cuántas canchas tiene ? Una con dos aros. Me da gracia cuando se dice que hacen falta estadios. Lo que hacen falta son centros de entrenamiento donde iniciar a los jóvenes en el deporte, no polideportivos que los hacen para la foto y después no los toca nadie. Nosotros quedamos embelesados con lo que hizo Pepe Sánchez en Bahía Blanca (el Dow Center). Una persona y una empresa hicieron eso en una ciudad de 400.000 habitantes, cuando debería haber uno o dos por ciudad para que los atletas puedan entrenarse. Hay que descentralizar, para que un chaqueño no deba venirse a Buenos Aires a los 17 años como única opción. Porque la mayoría no va a venir y se va a quedar en el camino. También hay otro tema.

 

<b>-¿Cuál?</b>

 

-Que el deporte esté en el sistema educativo, porque por más que apoyemos a los clubes, ¿cuántos pibes podemos subir? ¿El dos por ciento? Que las escuelas estatales tengan su lugar para meterle el deporte a los pibes. "Pero es carísimo", dicen. Sí, flaco, se supone que en los cargos políticos hay gente que está preparada para hacer cosas difíciles. Si no, vamos nosotros. Claro que es difícil meter al deporte en el sistema educativo y carísimo construir centros de entrenamiento o polideportivos para las escuelas estatales. Pero qué se le va a hacer: estás en un cargo para hacer cosas difíciles. Sí es verdad que cuando vivís hasta acá (se toca la frente) de urgencias, lo trascendente no lo ves. Pero el deporte debería ser una política de Estado, como la salud, la educación, la seguridad?

 

<b>-Pero si todavía se sigue llamando "gasto público" a lo que se invierte en salud y educación, ¿qué te queda?</b>

 

-Saquémosle la palabra "gasto" y digámosle inversión.

 

<b>-¿Cómo se puede dudar hoy de que el deporte es una inversión humana?</b>

 

-En la gobernabilidad deben ser prioridades la salud, la prevención o seguridad, la educación y el trabajo. Y el deporte tiene que ser política de Estado, porque es una herramienta educativa, inclusiva y de negocios demostrada en el mundo. No lo estoy inventando.

 

<b>-¿Te piden opinión?</b>

 

-La doy igual.

 

<b>-Estaría bueno que les pregunten a quienes trabajan hace tanto tiempo en el deporte.</b>

 

-Tengo la suerte de que tengo un micrófono y digo cosas, aunque algunas no estén fundamentadas y estén basadas en la ignorancia. Si alguien me dice que están trabajando en eso, OK, hago un mea culpa. No hay problema. Pero soy un ciudadano dentro del deporte, con hijos en el deporte, y veo que el deporte no tiene el apoyo que debería tener. Pero no es de ahora sino histórico.

 

<b>-Si se habla de alto rendimiento, el envión inicial del deportista se da con el apoyo de los clubes y de la familia. Para una beca primero hay que lograr un resultado. El sistema es meritocrático, porque la ayuda llega cuando se produjo un logro.</b>

 

-Los apoyos estatales con becas no deben tener absolutamente nada que ver con los logros deportivos sino con el compromiso y la dedicación. Si no, ¿cómo hace para tener subvención un deporte de poco arraigo en la Argentina, quiere ocupar un lugar importante? No podés tener resultados si no tenés apoyo. La famosa meritocracia así no va. Mirá que banco a morir el cambio que se produjo con el ENARD y soy amigo personal de Diógenes de Urquiza (titular de la Agencia de Deporte Nacional) y conozco su honestidad y generosidad, pero se lo digo a él también. La meritocracia no debe tener que ver con los resultados. Por ejemplo, si viene uno que hace salto con canguro, no tiene resultados y quiere ser olímpico en 2028, hay que preguntarle qué necesita, apoyarlo y auditarlo con exigencia para que muestre cómo se prepara y su plan de desarrollo. Pero como el deporte no es política de Estado, los funcionarios a cargo de entes deportivos tienen poco para hacer.

 

 

 

<b>"EN EL MUNDIAL, EL EQUIPO PERDIÓ EL MIEDO A PERDER, COMO LA GENERACIÓN DORADA"</b>

 

El pase a la final del Mundial estaba consumado con un baile de novela sobre Francia. Pulsaciones a mil. Adrenalina como para subir y bajar el Everest en ojotas. Y Sergio Hernández que dice: "Es el mejor equipo que dirigí en mi vida". Se le recordaba que había sido técnico de la Generación Dorada. Ahora, en Vicente López, refrenda el concepto: "Perdimos la final y seguiré diciendo que es el mejor equipo que dirigí en mi vida. Y eso que dirigí a los Rolling Stones, eh".

 

<b>-Lo decís por haber sacado la mejor versión de cada uno en el momento indicado.</b>

 

-Claro. Vos podés hacerle una nota a Maradona ?y aún así decir que la mejor que hiciste fue ésta. Quizás la de Maradona se leyó más, pero te gusto más hacer ésta.

 

<b>-Con la frialdad que aporta la distancia, ¿qué es lo que más te llama la atención de lo que lograron? Eso que te hace exclamar: "Mirá esta locura que hicimos".</b>

 

-Lo que más me sorprendió es que no nos sorprendiéramos. Vos te convertís en un equipo bueno cuando no te sorprendés porque hiciste algo que no se esperaba que hicieras. Los demás se sorprendían. Nuestros protagonistas, no. Para ellos era algo absolutamente normal lo que habían hecho. Nunca entramos al vestuario y alguien dijo: "¡Le ganamos a Serbia!" No, lo tomaban como algo absolutamente natural antes, durante y después. Es que para los de afuera un Mundial se da cada 4 o 5 años, pero como tenemos mucha presencia en la Euroliga, ese contexto es el día a día de Campazzo, Garino, Vildoza, Deck, Scola...

 

<b>-¿Qué recibiste de tus pares en el Mundial?</b>

 

-Tengo mensajes de los entrenadores del mundo que te puedas imaginar.

 

<b>-Pero no por ser segundos.</b>

 

-No, incluso antes de jugar contra España. Desde mi amigo Sergio Scariolo (DT del campeón), súper afectuoso y respetuoso desde que terminó el partido, hasta Popovich, que me mandó antes y después de la final.

 

<b>-¿Les sigue sorprendiendo que Argentina haga esto?</b>

 

-Ya no les sorprende tanto. Sasha Djordjevic (entrenador serbio) fue tan generoso con sus comentarios? Estaba muy dolido porque era un gran fracaso para ellos haber perdido con nosotros en cuartos de final y la mañana siguiente, en el hotel, se deshacía en elogios sobre el equipo y el básquetbol argentino en general. Me han llenado el alma. Tengo combustible para unos cuantos años.

 

<b>-Siempre dijiste que la Generación Dorada era temible porque le habían perdido el miedo a perder. ¿Estos jugadores naturalizaron lo que hicieron? ¿Ya le perdieron el miedo a perder?</b>

 

-Una de las grandes similitudes con la Generación Dorada, que pensé que íbamos a tardar más tiempo en conseguir, es que es un grupo también valiente al asumir o entender que cuando entrás a la cancha, podés ganar o perder. Si bien somos un grupo muy orgulloso y una derrota nos dura tres días, la aceptamos como parte del juego. Es así en la vida. Vos tenés más chances de tener éxito en algo cuando aceptás que la chance de que salga mal está ahí. El miedo a perder es una de las peores cosas que hay. Ojo que yo no pude superar eso y le tengo miedo a perder.

 

<b>-¿No podés superar el miedo a perder o cómo lidiar con la derrota?</b>

 

-Me pone muy mal. Tampoco es que si pierdo no me importa lo que digan. Eso no lo supera nadie. La mirada del otro no la supera nadie. Todos los que decimos que estamos superados al 100 por ciento, mentimos.

 

Y entonces cuenta una anécdota de la colimba, en la época de la Guerra de Malvinas: "Un coronel me pedía que le llevara un mate cocido. Como tenía que caminar unas cuadras, se me caía en el camino, así que antes de apoyarlo en su mesa levantaba la taza y el plato para limpiárselos. Un día me dice: 'Soldado, siempre se le cae el plato. ¿Vio que los mozos llevan todos los platos en sus brazos? Bueno, no mire lo que lleva y camine normal, que no se le va a caer más'. No se me cayó nunca más. Imaginate si alguien que va a lanzar un tiro libre piensa en las consecuencias. Por eso unos meten más que otros".

 

<b>-¿Puede ser un grupo deportivo exitoso sin ser un grupo humano?</b>

 

-Lo dudo. Nunca tuve malos grupos humanos. Si no sos primero un grupo, difícilmente seas un equipo. Lo que no indique que sean todos amigos.

 

Hablando de amigos, durante el Mundial hubo un grupo fanático de la Selección. Los mismos tipos que la hicieron grande. La Generación Dorada. "Ellos conservan la misma generosidad que tenían en la cancha y por eso consiguieron lo que consiguieron. Vos los nombrás y se paran los serbios, los croatas, los dominicanos... Generan respeto y admiración. No me extraña que hayan disfrutado y que se hayan hecho hinchas sin importarles el ego. Si no sos de esa madera, podías pensar en que se iban a olvidar de vos si salíamos campeones. A ellos les chupaba un huevo", cierra tajante Oveja.

 

Y ofrece dos ejemplos: "Manu (Ginóbili) empieza viendo la semifinal con un saquito al lado de un Kobe Bryant impecable y a los 10 minutos era un barrabrava chivado que agitaba, daba indicaciones y no le importaba Kobe. A cada uno nos dio uno de esos abrazos que no permiten disimular la emoción que ese tipo tenía. Y además acá (levanta su celular) tengo un audio que no te puedo hacer escuchar. Un mensaje de uno de los top de la Generación Dorada, que de tanto que lloraba no se le entiende nada. Te lo cuento y se me pone la piel de gallina".

 

<b>-¿Qué te produce entonces Luis Scola?</b>

 

-A los 39 años, pudo haber sido el MVP si ganábamos el Mundial. El tema es que nosotros lo miramos desde el lado de la edad y él no lo ve así. Por eso no se sorprende tanto. Te mira como diciendo: "¿Por qué tanto halago si hice lo que tenía que hacer?" Pero no estamos acostumbrados a que siga en este nivel un tipo de 39 años. Es un fuera de serie. Haber firmado con Milano es una apuesta bien grande, porque peleará en la Euroliga con un entrenador ideal para esta situación (Ettore Messina). Ya no hay más que decir. Lo dije de Manu y lo digo de Luis: es un adjetivo. Así como decís que algo es NBA para calificarlo, también podés decir que algo es Scola para decir que está bien. Si tiene una temporada saludable, estará en Tokio 2020.

 

 

 

<b>UNA INCOGNITA SOBRE SU FUTURO CON LA SELECCIÓN</b>

 

Vivió experiencias radicalmente distintas en dos Juegos Olímpicos, pero con las emociones a pleno como conductor del seleccionado. En Beijing 2008, con Emanuel Ginóbili "roto" y Andrés Nocioni en una pierna, Argentina ganó la medalla de bronce ante Lituania. Y en Río de Janeiro 2016, Manu, Chapu y Carlos Delfino se retiraron y el mundo le dijo adiós a la Generación Dorada. Sergio Hernández está frente a otra oportunidad histórica en el planeta de los cinco anillos. Y si embargo, abre el paraguas y pone un manto de duda por primera vez en público.

 

"Si bien mi contrato se renovó automáticamente hasta Tokio 2020 al clasificarnos, no dejo de tener en cuenta que hay elecciones en la CABB (en diciembre) y eso podría ser un condicionante para la continuidad ?avisa-. Así que no quiero hablar como seguro entrenador olímpico, porque mucho va a depender de esa elección".

 

<b>-¿Qué te dejaría afuera de Tokio 2020?</b>

 

-Seguro que iré a los Juegos si gana (Federico) Susbielles, porque fui elegido por él, tenemos una permanente relación, me encanta su gestión y a él le gusta la mía. Pero debo ser respetuoso si gana otra opción a la cual no le caiga bien. O puede ser que a mí no me ilusione trabajar con esa gente. No me quiero poner aún en un lugar en el que no estoy ni hablar como el entrenador que irá a Tokio. Todo puede pasar.

 

<b>-Scola fue tajante en cuanto al apoyo a Susbielles. Vas por el mismo camino.</b>

 

-Ojalá Susbielles siga varios años más, porque hizo una gestión espectacular, más allá de que hayamos llegado a la final del mundo. Todo lo que se fue consiguiendo tiene que ver con su gestión y su gente. Y habrá que seguir aprendiendo en el camino.

 

<b>-Cuando volviste al seleccionado, tuviste la dura misión de encarar la transición y el pase de mano de la Generación Dorada a los que pedían pista. Si vas a Tokio, tendrías otra apuesta interesante: que este grupo joven afronte la máxima presión, porque se le exigirán logros.</b>

 

-Nosotros fuimos de punto al Mundial. Tendremos que aprender a ir de punto y medio o casi banca a los Juegos Olímpicos, sobre todo desde la mirada del argentino y de aquel que no está muy metido en el básquet y cuando llegan los Juegos se pone la camiseta argentina. Habrá que asumirlo y encontrar la templanza para llevar dignamente eso sin que nos genere una presión extra que contamine. Deberemos convertir esa presión extra del entorno en combustible benigno y saludable, y no perder esa frescura, atrevimiento, audacia, agresividad y compromiso que mostramos.

 

 

 

<b>EL ROL DEL ENTRENADOR: ENTRE SER LÍDER. NO CAER EN LA SOBERBIA NI LA HIPOCRESÍA Y LA NECESIDAD DE APRENDER</b>

 

En una era en la que la vanidad cobra protagonismo, sencillo es para un entrenador asumir un rol estelar. Más si es tiempo de las buenas. El ego y la soberbia son tentaciones humanas. ¿Por qué no podrían hacer mella en un técnico? ¿Por qué no sentirse todopoderoso? ¿Por qué no? No cuenten con Sergio Hernández. "A veces el mundo del deporte nos pone en un lugar que nos excede. El deporte es de los atletas", sentencia el bahiense.

 

<b>-Pero debe ser difícil valorar los elogios y las palmadas sin creérsela.</b>

 

-Es verdad que sucede que el entrenador se llega sentir medio omnipotente o superado por la situación, porque se le ponen demasiadas responsabilidades que él no tiene. Si vas a ser el entrenador deportivo de un equipo, hay que entender que lo específico es la estrategia y la táctica propia y del rival. Y que tenés que rodearte del mejor grupo de trabajo posible, contemplando que el atleta va a necesitar un área física, de salud y de nutrición. Como soy un poco destructor de frases hechas, no me gusta hablar de sueños y que con trabajo todo se consigue. Yo quise jugar al básquet e hice lo posible, pero no pude. Sí podés conseguir tu mejor versión. Eso está claro.

 

<b>-¿Por qué se llega a límites de destrato y maltrato de entrenador a entrenado?</b>

 

-¿Por qué tenés que tener un maltrato o un destrato cuando tu especificidad es otra? Estás para darle herramientas a individuos y a un equipo para que logren su mejor performance con información. Por eso cualquiera no puede ser entrenador. Sos líder, pero esta cosa del autoritarismo y de ponerte en jefe... El entrenador cumple un rol, no es jefe de nadie.

 

<b>-¿Cómo te das cuenta de que el mensaje no llega o de que te pueden "hacer la cama"?</b>

 

-Yo a veces pensaba que mi mensaje no llegaba o que no era tomado con la convicción que yo quería porque estaban desenfocados o no respetaban mi autoridad. Pero en realidad era todo lo contrario: estaban tan presionados por mi presencia que eso les generaba una sobreexigencia de darme cosas a mí y no al equipo. He tenido muchos equipos con los que no me he sentido identificado y con algunos gané la Liga Nacional. Te podés dar cuenta de que no funciona algo, pero no por qué no funciona.

 

<b>-¿Qué sería ser hipócrita para un atleta o entrenador de alto rendimiento?</b>

 

-Ser hipócrita es saber que no estuviste a la altura y sin embargo decir que el problema fue otra cosa: el árbitro, la preparación, el jugador que no hizo algo...

 

<b>-El VAR...</b>

 

-La lluvia, lo que sea... Cualquier cosa que no tenga que ver con el rendimiento del equipo. Por eso debería haber una formación cada vez mejor para los entrenadores, que no pueden ser personas que saben algo del deporte. Debería haber una Universidad del Deporte. Hoy el deporte es la cuarta economía del mundo, mueve emociones, estados de ánimo, dinero, pasiones...

 

<b>-¿Falta educación interdisciplinaria?</b>

 

-En mi estamento, somos muchos improvisados que sabemos del deporte, pero dudamos si la táctica es lo mismo que la estrategia o no sabemos comunicar ni qué significa didáctica.

 

<b>-Vos te fuiste moldeando con la experiencia.</b>

 

-¡Claro! Tengo la suerte de tener continuidad, pero me parecen muy pocas las herramientas que poseo a esta altura de mi vida. Me gustaría estar mejor preparado. Mis hijos gemelos de 25 años tienen ENEBA 1, 2, 3, un curso de capacitación para la Liga, hablan inglés y tienen exámenes bastante exigentes. Ya es mucho más que lo hicimos nosotros. El básquetbol ha avanzado mucho. No sé cómo es en otros deportes, pero todo esto es ultra necesario. Ya no es hipocresía; muchas veces es ignorancia.</b>

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Selección Argentina de Básquet Sergio Hernández
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