La caída del petróleo viene golpeando a Rusia y, por ende, a su organización de la Copa del Mundo en 2018. El gobierno que encabeza Vladimir Putin tomó cartas en el asunto y ordenó un recorte de 560 millones de dólares para afrontar los gastos que originan semejante evento.
El número de centros de entrenamiento por cada estadio mundialista se reducirá de cuatro a tres y también se construirán menos hoteles, según aseveró el Ministro de Deportes, Vitaly Mutko, en diálogo con la agencia R-Sport. Igualmente, aclaró que las canchas no sufrirán ningún ajuste -ya les habían achicado el número de asientos hace algunos meses-.
Por su parte, Dmitri Yefimov, Director General de la oficina de la casa madre del fútbol en Rusia, fue claro al sentenciar que "La FIFA está al corriente y no tiene ninguna preocupación al respecto".