Pablo Díaz dejó pasar un penal a Mariano Pavone en el primer tiempo y compensó en el segundo tiempo con un agarrón imperceptible de Mariano Uglessich sobre el Tanque dentro del área que terminó cambiando por gol Milton Caraglio. Desde esos 2 minutos del complemento en adelante, el partido pareció irse de las manos del hombre de negro.
Los jugadores de Quilmes, enfurecidos ante cada decisión de Díaz, comenzaron a protestar cada fallo y el juez empezó a tener más protagonismo que el mismo trámite de juego. En el Centenario, los jugadores del local ya estaban a punto de alcanzar la ebullición, pero se vieron beneficiados por un penal sobre el final que Tito Ramírez cambió por gol, que significó el triunfo 2-1.
El Cervecero, aprovechando el error de Sebastián Sosa, había arrancado arriba en el marcador con un cabezazo (mezcla de nucazo) de Lucas Suárez. Los de Falcioni, desde lo psicológico, superaban bien al Fortín, que estaba abatido mentalmente y no conseguía incomodar a Fabián Assman. Pero el penal en el complemento les infló el pecho y merecieron pasar al frente del resultado, pero aquel remate desde los 12 pasos de Ramírez desempolvó del arcón de los recuerdos la vieja frase de que "los goles que no se hacen en un arco, terminan recibiéndose en el otro".
La actuación del juez a un lado, los del Emperador Julio César Falcioni pudieron celebrar en casa la primera victoria del 2015, que deja atrás una racha de dos empates y dos derrotas. En Liniers, las cosas no están saliendo como esperaban y empiezan a alejarse de la pelea tras la igualdad de la fecha pasada ante Sarmiento en casa y este cachetazo.