Ya parece una costumbre en el fútbol argentino y en Quilmes aún más. Lo que debía ser una fiesta, terminó en un vergonzoso final antes de tiempo, como es costumbre en el Centenario en cada cierre de campeonato. River se imponía 1-0 ante el Cervecero como visitante y cumplía con su cometido de presionar a Racing, pero a poco del final, los hinchas locales comenzaron a treparse del alambrado e intentar ingresar al campo de juego y el árbitro Patricio Loustau debió suspender el juego; que seguramente se le dará por ganado el Millonario en los escritorios.
En lo estrictamente futbolístico, si bien desde Avellaneda durante todo el encuentro las noticias eran auspiciosas (Racing empataba y dejaba la puerta abierta a debatir el título mano a mano), el Millonario se mostraba desconcentrado y no lograba superar la férrea marca que planteaba el dueño de casa. Sin profundidad por las bandas, la pegada de Leonardo Pisculichi comenzaba a tomar un rol preponderante en la conclusión del juego.
Las chances claras llegaron desde ambos lados. River tuvo la más nítida en los pies de Rodrigo Mora, quien la picó ante la salida de Walter Benítez, pero la sacaron en la línea. El Cervecero se aproximó constantemente, y con peligro, al arco de Marcelo Barovero, aunque no contó con la oportunidad de vulnerarlo.
Cuando la Academia ya vencía y celebraba su título, apareció Carlos Sánchez para ponerle un poco de suspenso a la definición, ya que un gol del Tomba en el Cilindro, obligaba a una definición por un desempate. El golazo del uruguayo de poco sirvió, porque Racing no dejó pasar su chance y se impuso.
Mientras tanto en el Sur, lo que debía ser un cierre noble del torneo de un equipo que marcó el pulso de buena parte del campeonato, fue un papelón, con la Policía como protagonista, intentando parar los desmanes de una tribuna que cada fin de campeonato repite la misma práctica.