Dolió y mucho. Verlo allí, derrumbado sobre el tapiz, con los ojos humedecidos, con la ilusión de todo un año despedazada en treinta minutos. Pero más dolió verlo desdibujarse en el ring, ver cómo dejaba escapar una oportunidad que no se sabe si volverá a repetirse. Anoche, el argentino Lucas Martín Matthysse no pudo consagrarse campeón mundial superligero CMB al caer derrotado por nocaut técnico en el décimo round frente al ucraniano Viktor Postol , en el StubHub Center de Carson, California.
Esta dura derrota de Matthysse sorprendió mucho más por la imagen que dejó el chubutense que por el resultado -que entre boxeadores de este nivel se puede dar en cualquier momento-. Y allí es donde se debe bucear para intentar encontrar explicaciones. Los nervios de Lucas fueron más importantes que lo que aportó Postol con todo su boxeo tedioso, estilista y mecanizado. "Se gana y se pierde. Hoy me toco perder. Preferí quedarme en la lona y seguir teniendo mis dos ojos", adujo Matthysse, minutos después del combate.
Durante los primeros rounds, el chubutense despertó la ilusión los 6.000 latinos presentes en el estadio, cuando fijó condiciones de dominio sobre el ring frente a un rival diez centímetros más alto. Sin embargo, con el correr de los minutos cayó en la trampa que le tendió Postol, quien apeló continuamente al clinch para que el argentino no pudiera acortar la distancia con comodidad. El ucraniano, de 31 años, hizo un uso muy inteligente de su jab y así pudo sacar provecho de su mayor altura y largo de brazos.
Matthysse, quien era favorito en las apuestas, se mostró más ambicioso que su rival en los rounds 5, 6 y 7; en ese parcial conectó su mejor golpe: un derechazo que impactó de lleno en el rostro de Postol. Parecía que "La Máquina" iba a inclinar la balanza a su favor desde entonces, pero nada de eso sucedió. Por el contrario, Matthysse dejó al descubierto sus falencias defensivas y dificultades para sostener físicamente una pelea de largo aliento.
Promediando el décimo round, Postol lo sorprendió con un uppercut y lo envió a la lona. Visiblemente sentido, escuchó la cuenta de protección del árbitro Jack Reiss sin intenciones de continuar. "Me explotó una mano en el ojo, sentí un dolor fuerte y por miedo a que fuera un desprendimiento de retina no me levanté", dijo.