La historia de Cristiano Ronaldo en la Eurocopa se escribe con lágrimas. Las que derramó una incipiente promesa del fútbol tras caer con Grecia en la final de 2004 y las que no pudo reprimir al ser retirado en camilla en el duelo contra Francia.
Se cumplió la profecía del madridista de la forma más inesperada: antes de la Eurocopa prometió que volvería a llorar, en esta ocasión de alegría. Y lloró, pero de rabia e impotencia, al ser sustituido. Sucedió muchos minutos antes de la histórica victoria lusa.
El llanto del delantero madridista remitió de forma instantánea al de su eterno rival, Lionel Messi, derrotado hace unas semanas por Chile en la final de la Copa América, en la que el argentino erró un penal.
Las dos luminarias que se han repartido el trono del fútbol mundial durante la última década se enfrentan de forma paralela al duro destino que les ha sido reservado con sus respectivas selecciones.
Lionel Messi anunció tras su derrota que dejará la selección argentina, una decisión que trata de revocar medio país. Cristiano Ronaldo, por el contrario, abandonó el campo en medio de una fuerte ovación en la que no solo participaron los hinchas portugueses sino también los miles de franceses que poblaban las gradas del Estadio de Francia.