Lo clásico dejó de serlo. Lionel Messi, el goleador histórico del Real Madrid-Barcelona con 26 tantos, llegó a su peor racha histórica. Con el 1-2 de este sábado ya son siete PJ los que lleva sin convertirle al rival de toda la vida desde que lo hiciera en mayo de 2018. Y es importante porque el Barsa lo sufre demasiado. De esos siete duelos sin gritos del 10 fueron sólo dos victorias, además de dos empates y tres caídas.
El partido del rosarino tuvo matices pero no terminó siendo bueno, o lo decisivo que puede ser él. Como creador y lanzador se vio lo mejor suyo en el Estadio Alfredo Di Stéfano con esos pases filtrados a Jordi Alba o hasta un desborde propio con centro que no pudo cabecear Ousmane Dembélé. Todo ante la férrea marca blanca, controlándolo entre varios pero con Casemiro como habitual perseguidor y un duelo aparte.
Aún así, Messi casi hace historia. Porque ya 0-2 abajo se la jugó pateando un corner directo al arco: el remate dio en el segundo palo de Courtois y casi se convierte en un gol olímpico. Después de eso, no tuvo ninguna clara propia. Hubo un mano a mano pero anulado por una mano suya. Antes de todo eso hasta discutió con el árbitro Jesús Gil Manzano y le pidió respeto.
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En la segunda mitad, ya con el diluvio llegó la reacción culé por el gol de Mingueza. Pero Messi nunca pudo encontrar su lugar. Lo más destacado es que tuvo tres tiros libres cerca del área y no pudo aprovechar ninguno. Los dos primeros se estrellaron flojitos en la barrera y el tercero, al minuto 90, fue a las manos del arquero blanco sin peligro.
Parece mentira, pero desde que se fue Cristiano Ronaldo no hubo más goles de Lionel en los clásicos. De poco sirve haber igualado a Sergio Ramos (lesionado) como los que más veces jugaron este duelo, con 45 presencias. Y, para colmo, la duda ya queda planteada: ¿Habrá sido el último clásico con la camiseta del Barcelona? Esta derrota le cortó un invicto de 19 partidos a los culés y los dejó terceros.