En un encuentro de cuartos de final disputado en el Kalinga Stadium, el campeón olímpico en Río de Janeiro 2016 consiguió un gran desahogo gracias a los tantos convertidos por Lucas Vila, Matías Paredes y Juan Ignacio Gilardi (de penal). Fue el espaldarazo que necesitaba para ilusionarse con un título que realmente se veía lejano durante una primera rueda sin buenos resultados.
Si algo caracteriza a la Argentina es su capacidad para ir mutando de sistemas en función del adversario. Puede convertirse en un seleccionado vertical, haciendo usufructo de la habilidad innata de muchos de los Leones, o bien un equipo pensante, táctico al extremo, que espera la oportunidad para pegar la estocada en el momento preciso. Esto último fue lo que ocurrió ante los ingleses, que padecieron el martilleo sin prisa y sin pausa del seleccionado nacional en el círculo rival. Y lo hizo sin disponer de posibilidades de córner corto, lo que desprende dos ideas. Una positiva: el carácter versátil para resolver de jugada. Y otra negativa: la imposibilidad de crear jugadas de córner.
Los Leones jugaron ante Inglaterra su mejor partido y ahora les tocará la India, con día a confirmar. Los locales conforman un equipo imprevisible, tan talentoso como inferior físicamente, que dio la gran sorpresa al eliminar en el cruce de cuartos de final a Bélgica, de impecable primera rueda, luego del 3-3 en el tiempo regular y los penales australianos. La otra semifinal la animarán Australia frente al ganador de Alemania y Holanda.
El equipo del Chapa Retegui había cerrado su participación en la fase de grupos, dentro del A, en la tercera posición con apenas un punto, con derrotas ante Bélgica (3-2) y España (2-1) y un empate frente a Holanda (2-2).
Por su parte, los ingleses habían terminado segundos en la zona B, con cuatro unidades, tras una caída ante Alemania (2-0), una victoria frente a India (3-2) y un empate con Australia (2-2).