El contacto telefónico se dio este miércoles. Antes, habían cruzado apenas mensajes. La mañana había arrancado brava para Jorge Sampaoli que, por huso horario, había amanecido más temprano que Claudio Tapia. Sevilla había intimado publicamente a AFA por estar negociando con su entrenador.
No había posible amenaza de denucia en la FIFA, pero los dos argentinos coincidieron rápidamente en que lo mejor era respetar cierta formalidad: cancelaron la posibilidad de reunirse en Sevilla o en Valencia o en Barcelona, aprovechando el viaje de Chiqui a la capital catalana para juntarse con Lionel Messi. Entonces, lo resolvieron muy rápido. El presidente le comunicó que no había plan B y el entrenador respiró. Eso no quiere decir que haya técnico. Tampoco lo contrario. Es apenas una bandeja que baja e indica que las negociaciones van tomando carrera.
Sampaoli y Tapia forman parte de ese pequeño grupo de los que han torcido su destino de clase. Los dos salieron de afuera de Buenos Aires. Uno de un pequeño pueblo, Casilda. El otro de San Juan, aunque de chico migró a la capital. El Zurdo y el Chiqui se asumen, por separado, sin conocerse, como dos conquistadores. Sampaoli ganó su primer gran título en Emelec, la Copa Pacífico, en 2010, cuando tenía 50 años y cinco años después estaba en Zurich, Suiza, en la gala de la FIFA que lo ponía como el tercer mejor entrenador del mundo. Tapia fue un delantero de Barracas Central, al que la crisis institucional de ese club lo volvió presidente. Fue recolector de basura, militó en el sindicato de Camioneros, se casó con la hija del Secretario General de la CGT y aprendió todo de Hugo Moyano, vicepresidente de AFA. (Goal)