Uno de los medallistas olímpicos más grandes de la historia, junto a sus hijos Yago y Klaus Uno de los medallistas olímpicos más grandes de la historia, junto a sus hijos Yago y Klaus
De 1988 a 2016 hay 28 años. De Seúl hasta Río de Janeiro hay decenas de miles de kilómetros. De los Juegos Olímpicos de Seúl 1988 hasta los Juegos Olímpicos de Río 2016 hay una historia para contar. Es el trazo que recorre la epopeya de Santiago Lange, el deportista argentino de 54 años que esta tarde logró la medalla dorada en su sexta cita olímpica. Una vida dedicada al agua.
Río 2016 significó un cúmulo de sensaciones para el triple medallista olímpico argentino, tetracampeón mundial, respetado arquitecto naval, destacada figura en el plano internacional de la vela, veterano de mil regatas. Representó su regreso a la competencia luego de que un cáncer le quitara un pulmón en 2015. Lo operaron el día de su cumpleaños -22 de septiembre- tras un extenso período que atravesó etapas de convencimiento, negación e incredulidad. Su rauda recuperación, propulsada por un alma apasionada y la obsesión dorada , enterró un mar de incógnitas: desde principios de año que navega las mismas corrientes y sortea las mismas olas que hoy lo condujeron al tan preciado oro olímpico. Los lugareños ya lo llaman "el carioca".
<b>Compitió y ganó por la clase Nacra 17 junto a la rosarina Cecilia Carranza Saroli </b>
"Compito contra los hijos de quienes fueron mis rivales", contextualiza. Lange es historia viva, una leyenda permanente, acompañado por un lastre de experiencia y de motivos que denuncian su edad. Yago, de 28 años, y Klaus, de 21, son los dos hijos del deportista argentino que también compiten en los Juegos de Río. "Nunca lloré tanto como la ceremonia inaugural que compartí con ellos", relató Santiago, padre de quienes participan en la clase 49er.
"Amo cualquier cosa que flote", adujo. La reseña del medallista olímpico desborda la escena deportiva: Lange vive en y para el agua. La metáfora también valida una crónica real. Tras separarse de su mujer, debió afrontar una situación económica delicada. Un amigo le prestó un barco donde instalarse. Durante cuatro años, el velista tuvo su casa sobre el agua, el mismo escenario donde antes había conquistado dos medallas olímpicas de bronce, en los Juegos de Atenas 2004 y de Beijing 2008.
on dramatismo, hoy se consagró por la clase Nacra 17 junto a la rosarina Cecilia Carranza Saroli. El binomio nacional lideró la clasificación general, tras tres regatas regulares, y hoy en la "Medal Race", que entregó puntaje doble, lograron la segunda medalla de oro para Argentina en esta aventura olímpica: la sexta en la vida deportiva de Santiago Lange -sólo faltó a Londres 2012-.
Como arquitecto naval, es el diseñador de los veleros Optimist Lange, ganadores de siete Copas del Mundo
El agua es su espacio: fue su ruta deportiva, fue su hambre, fue su casa. La materia que lo transformó en una figura olímpica de relevancia mundial, una referencia indeleble del olimpismo argentino, un deportista de elite con aptitudes de maestro. El agua alimentó su espíritu para sobreponerse a una enfermedad que le provocó la pérdida de un pulmón, una lección de vida que le acercó a sus hijos -los mellizos Theo y a Borja que volvieron de España-. Un triunfador legendario, olímpico y marítimo, una fuente de inspiración, un luchador.