El 25 de agosto de 2020, Lionel Messi sorprendió al mundo del fútbol con su decisión de irse libre de Barcelona a raíz de las diferencias que tenía con la dirigencia que por aquel entonces encabezaba Josep Maria Bartomeu. Ese día envió el famoso burofax a las oficinas del club.
La Pulga consideraba que tenía derecho a rescindir su vínculo de manera unilateral, a pesar de que el acuerdo indicaba que el 10 de junio había vencido el límite para que el futbolista tomara esa determinación. Los abogados protagonizaron varios días de reuniones que mantuvieron a todos en vilo.
Desde el lado del jugador, y a raíz de las causas excepcionales de la pandemia que llevaron a demorar la finalización de la temporada, consideraron que el plazo debía extenderse. Sin embargo, Barcelona se aferró a lo establecido y la única salida era pagar una cláusula de 700 millones de euros.
El rosarino quedó entre la espada y la pared, podía continuar con su intención de salida, pero para eso debía hacerle un juicio al club que tanto le había dado. Entonces decidió quedarse contra su voluntad y esperar hasta que llegara el 30 de junio de este año, fecha en la que venció su contrato.
La crisis institucional de la entidad Blaugrana que determinó la salida de Bartomeu y el llamado a elecciones presidenciales encendieron una luz de esperanza para la continuidad de Messi. Por eso prefirió no negociar con otros equipos, a pesar de que a partir del 1° de Enero estaba en su derecho de hacerlo.
Las versiones sobre su posible llegada a PSG, Manchester City o la MLS no lo confundieron en su objetivo por intentar terminar la temporada con Barcelona de la mejor forma posible. En el medio (y tal como era su deseo) Joan Laporta se impuso en los comicios y la renovación empezó a tomar forma.
Ya con el nuevo presidente en ejercicio, las partes rápidamente acercaron posiciones. La situación económica y financiera del club necesitaba de un gesto de Messi para definir los números del nuevo contrato, y el futbolista pidió a cambio un plantel que le permitiera ser competitivo.
A partir de ese momento, el gran inconveniente del conjunto catalán comenzó a ser la masa salarial que lo complicaba para cumplir con el Fair Play Financiero. El presidente de La Liga, Javier Tebas, se mostró inflexible en todo momento y rechazó de forma rotunda que pudiera existir alguna excepción.
El 30 de junio llegó, Messi quedó con el pase en su poder ytodo hacía indicar que las partes llegarían a buen puerto y lograrían superar los escollos externos. La postergación de la firma parecía ser la Copa América y después sus vacaciones, pero el motivo era otro y la bomba finalmente explotó.
A su vez, Cuando se confirmó la contratación de Sergio Agüero en el Barsa, muchos respiraron hondo por creer que era una señal inequívoca de que la Pulga seguiría con la camiseta blaugrana. Sin embargo, y a pesar de que los impedimentos surgieron de otro lado, ni siquiera alcanzó con el arribo de uno de sus grandes amigos.
La relación entre la Pulga y la institución catalana llegó a su fin.