Gracias por el fútbol, Independiente y Flamengo. Gracias por esta final en Avellaneda, por la ida de la Copa Sudamericana. Hacía tiempo que por estas latitudes no se veía un juego así en etapas definitorias, bien jugado, con presión, ganas, despliegue, y que se llevó el local 2-1.
El primer tiempo fue de alto vuelo, pero arrancó con un balde de agua helada para los más de 45 mil hinchas del Rojo que fueron al Libertadores de América. Porque a los ocho minutos Réver saltó sólo y metió un gran cabezazo para abrir el marcador.
Lejos de achicarse o acusar el golpe recibido, el local tomó el control de la pelota, abrió la cancha y fue a buscar el empate con intensidad y actitud. Igualdad que llegó a los 29 con una buena jugada coordinada por el ataque del Diablo, que terminó un Emmanuel Gigliotti que está en racha.
Fue más, Independiente, en esa mitad, aunque los contragolpes del equipo brasileño preocupaban al conjunto de Ariel Holan, igual que las pelotas paradas. Pero al Rojo le faltó animarse un poquito, pisar el acelerador para encontrar una diferencia.
Esa diferencia que sí apareció en el arranque del complemento, con otra muy buena jugada colectiva que definió Maxi Meza, para dar vuelta el resultado y hacer explotar la Caldera del Diablo.
Flamengo sacó su amor propio tras quedar abajo en el marcador, y de a poco empezó a tomar más protagonismo en el partido, pero sus llegadas no pasaron de amenazas.
Tras este triunfo de Independiente, el nuevo campeón de la Sudamericana se definirá el próximo miércoles 13 de diciembre en el Maracaná de Río de Janeiro. Donde el Rey de Copas ya sabe lo que es dar una vuelta olímpica.