El arquero de River reveló una historia con la Pulga en la final que Barcelona goleó 3 a 0 a los Millonarios.
"¿Y vos cuándo vas a jugar contra el Barcelona? ¿Y cuándo le vas a atajar un tiro a Messi?". Las consultas eran recurrentes de Agustín Barovero, el hijo mayor del arquero de River, a su propio padre. El día llegó, cuando ambos equipos se vieron las caras el pasado 20 de diciembre por la definición del Mundial de Clubes. Y Trapito cumplió a los 12' del primer tiempo, cuando le tapó un disparo venenoso al mejor de todos.
"Cuando me dio la mano para levantarme, le dije que le había cumplido el sueño a mi hijo. Siempre veíamos inalcanzable jugar contra ellos y cuando se dio esa jugada, me acordé y se lo dije", relató el dueño de la valla del Millonario en una entrevista. Inmediatamente confesó que "no recuerdo si me felicitó, sólo que le hice ese comentario".
Consumada la derrota 3 a 0 en Japón, Barovero se acercó al 10 de la Selección y le pidió un intercambio de camisetas. "Fui a felicitarlo y se la pedí, pero ya se habían anticipado, llegué tarde", especificó entre risas. Pero un rato más tarde, en los pasillos del estadio, continuó la historia. "Le pedí si me cambiaba el buzo de (Claudio) Bravo. Le di el mío y a los pocos minutos vino con el de Bravo y con un par de botines en la mano. Me dijo 'son para tu hijo'. Eran los botines de él", relató el ex Huracán, Vélez y Atlético de Rafaela.
"Me quedé mudo de admiración, jamás imaginé que iba a hacer eso. Fue un gesto muy lindo del más grande de todos", plasmó su sorpresa Barovero, feliz por el regalo que le había hecho Messi. Como no podía ser de otra manera, "le mandé una foto a mi hijo con los botines y no lo podía creer, pero menos aún cuando llegué y se los di".
Aquel mismo día, el crack rosarino pidió perdón con la apertura del marcador y señaló las razones a los pocos días, afirmando que pensó en el esfuerzo de los más de 20 mil hinchas que viajaron a Asia.