El 18 de mayo de 2008, el nombre de Ricardo Noir se metió en la tapa de todos los diarios. La noche anterior, en su debut absoluto en la Primera de Boca, convirtió el agónico gol que sirvió para ganarle a Racing por 2-1 en el último minuto y hacer delirar a La Bombonera.
"Tito", tal como lo apodaban, cumplía el sueño del pibe. Inmediatamente, ese delantero que había ingresado a la cancha como una completa incógnita cobró una notoria trascendencia que lo catapultó a convertirse en una de las máximas promesas de la cantera Xeneize. Sin embargo, el destino le auguraba caminos impredecibles.
16 años después, ya lejos del fútbol, aquel picante juvenil conserva encuadrada como una reliquia la camiseta con la que comenzó su camino como profesional. La curiosidad radica en que la misma se encuentra en un cuarto especial de su casa, uno que cumple una doble función: su museo personal, el cual también hace las veces de barbería.
El nacido hace 37 años en el pueblo entrerriano de Villa Elisa recuerda haber aprendido a caminar con una pelota a su lado. Le agradece eternamente a su entrenador Carlos Ischia por convertirlo en jugador profesional a partir de aquel Clausura 2008 y abrirle las puertas a lo que terminaría siendo una extensa carrera por las aguas del fútbol sudamericano, con el lujo incluido de levantar títulos, compartir cancha con sus ídolos y con algunos colegas que, años más tarde, se convertirían en campeones del mundo.
Pero el andar de quien llegó a ser catalogado como "el sucesor de Rodrigo Palacio", su ídolo personal al que le rendía homenaje luciendo una colita en su cabellera, sufrió su mayor traspié cuando se topó con lo peor: el día después del retiro. "Lo subestimé", reconoce hoy tras sufrir en carne propia la sensación de ya no ser útil para nada.
<iframe width="505" height="391" src="https://www.youtube.com/embed/cJTPu7NiZIA" title="Hermoso momento de la familia de Tito Noir el día de su primer gol en Boca" frameborder="0" allow="accelerometer; autoplay; clipboard-write; encrypted-media; gyroscope; picture-in-picture; web-share" allowfullscreen></iframe>
Desde fines de 2022, cuando colgó los botines, los días de Tito pasaron a ser "eternos" al no encontrar motivación alguna, según cuenta. La angustia que arrastraba por no hallar un nueva pasión cesó cuando dejó de pensar en sus pies y trasladó su atención hacia sus manos. El ex Boca decidió adentrarse en el mundo de la barbería. Cambió la pelota por las tijeras para encontrar una actividad que lo estimule.
"La peluquería me gustaba de chico y ahora se volvió un hobby que disfruto con amigos. No me interesa tener un local, sino que lo hago en mi casa porque me gusta y gracias a Dios no tengo la necesidad económica de hacerlo. Aprobé un curso certificado para ser lo más completo posible", afirma Noir desde su querida Villa Elisa ante la consulta de Clarín. Lo hace con una sonrisa que logra divisarse a través de la videollamada que atiende desde su museo devenido en barbería.
"Los primeros dos meses después del retiro los tomé como vacaciones, hacía cosas como ir a buscar a mis hijos al colegio y los llevaba para todos lados. Era todo lindo hasta que me cayó la ficha que ya había perdido la adrenalina de que llegue el fin de semana, el día a día de los entrenamientos, y caí en un bache", confiesa. Y agrega: "Con mi familia no nos sobra ni falta nada, corto el pelo simplemente para estar ocupado".
"¿Qué hago ahora?" fue la pregunta que taladraba la conciencia de Tito una y otra vez luego de anunciar su retiro, como si fuera "un pequeño diablito que te mete fichas en la cabeza y lleva a que invada la tristeza". Tenía 35 años y mucho tiempo libre. A mediados del 2022 había decidido no continuar en Atlético Palmaflor de Bolivia para volver a radicarse en su ciudad natal, por pedido expreso de su hija Geraldine.
El anhelo de la pequeña niña de 15 años por asentarse de forma definitiva en un lugar y la tristeza que Noir arrastraba desde 2019 por el fallecimiento de su padre, fueron dos factores que pesaron sobre la balanza y lo llevaron a perder la pasión por el fútbol profesional. "No quería recibir más un puñal al corazón detrás del otro", cuenta.
Villa Elisa es un pueblo de apenas 10 mil habitantes, ubicado a orillas del río Uruguay. Allí, Noir se siente como en casa y disfruta que sus hijos puedan salir a andar en bicicleta sin preocupaciones.
A fin de cuentas, Ricardo busca mantener el mismo perfil bajo que supo mostrar durante su etapa como futbolista. Lo deja en claro al rememorar el día después de su debut y gol contra Racing: "Me tomé el subte como hacía siempre, pero me sorprendió cuando un muchacho que tenía en frente leyendo el diario empezó a mirarme fijo al reconocerme".
Desde aquel día tomó magnitud de lo que representaba ser jugador de un equipo como Boca, a pesar de que ya llevaba varios años viviendo en la pensión xeneize y teniendo roce constante con lo que generaba el club.
Más allá de los valores que le transmitió su familia desde pequeño, Noir reconoce que pudo "mantener los pies sobre la tierra" cuando su nombre era tendencia gracias al plantel de un Boca campeón de América y repleto de figuras con el que se encontró al subir a Primera División. Juan Román Riquelme, Martín Palermo y Hugo Ibarra es el tridente al que Noir reconoce de haberlo acompañado y ayudado a madurar cuando era un joven de tan solo 21 años.
<b>¿Cómo era convivir en el día a día junto a Riquelme y Palermo?</b>
Siempre fue algo de mucho respeto entre ellos y de ellos para nosotros. Nunca pasó nada. Era más todo lo que se decía del afuera, porque si había un problema lo disimulaban demasiado bien. Nunca escuché a uno hablar mal del otro y mis compañeros tampoco, sino no creo que hubieran podido ganar todo lo que ganaron.
<b>Pudiste mantener tu relación con Román...</b>
Sí, yo le escribo cada tanto. A mí me da cosa molestar a mis compañeros con mensajes, pero una vez cuando jugaba en Huracán le habíamos ganado a River por un penal que me hacen a mí y después del partido me escribió jodiendo sobre si ahora estaba agrandado por no hablarle, ja. Le dije que no lo quería molestar y me dijo: "Los amigos no molestan". Antes comíamos asado y jugábamos al fútbol todos los martes en su casa. Cuando se metió de lleno en el club le fui escribiendo cada vez menos porque sé que está 24 horas para Boca. Si antes no tenía nada que ver con el club pero cada vez que lo veía en la casa tenía puesto algo de Boca, no andaba con otra cosa que no sea del club, ya sea short o remera. Siempre enfermo de Boca es. Yo a veces escucho cosas y pienso: "Si este loco hablara, todos se darían cuenta de que quiere al club a la par de los hijos... Cómo no va a querer lo mejor". Siempre que lo veo en la tele trato de escucharlo porque es muy sincero, se muestra igual a como es en la vida personal. Tengo pendiente ir a visitarlo para conocer el predio cuando viaje a Buenos Aires.
La explosión que generó el nombre de Ricardo desde aquel gol ante Racing, y durante todo el segundo semestre del 2008, no repercutió únicamente en el país, sino que provocó un efecto rebote que cayó en España: el Barcelona había posado sus ojos sobre él. Les cautivó el desempeño que tuvo en al amistoso por el trofeo Joan Gamper, celebrado en el Camp Nou. Al ser consultado por la situación, Noir solamente repite una cosa: "Me encantaba estar en Boca y no le di bola cuando mi representante me dijo que Laporta (presidente del club español) habló con Pompilio".
<b>¿Por qué ahora es tan difícil lograr que los pibes se queden en los clubes?</b>
Desconozco si tengo razón pero creo que ahora los representantes se desesperan más porque ven la oportunidad de hacer un montón de plata si sacan a los jugadores con sus pases y los exponen. Por ejemplo, en los últimos días habló el Colo Barco y sentía que había cosas guionadas, no sé si lo que decía era algo que realmente sentía, porque si habla el representante le hacen la cruz en todos los clubes. En cambio, si habla el jugador, el representante sigue llevando futbolistas. Es mi opinión y lo que me parece. Antes, le consultabas a otros pibes como (Lucas) Viatri o (Nicolás) Gaitán y tampoco se querían ir de Boca, no nos interesaba el dinero porque estábamos realmente bien. Yo andaba en un auto que se caía a pedazos pero opté por seguir en el club. Esas cosas hoy fueron cambiando tanto para bien como para mal. Llegué a tener acercamientos del Betis si hubiese deseado irme, pero era muy feliz donde estaba.
Europa se convirtió en una de las pocas cuentas pendientes que le quedaron a Noir, quien igualmente siente orgullo por su amplia carrera en el fútbol local y sudamericano: Barcelona de Guayaquil, Newell's, Banfield, Racing, Universidad Católica de Chile, Huracán, Belgrano, Atlético Tucumán y San Martín de Tucumán son los equipos que completan su curriculum. También cuenta su fugaz paso por el Federal A con Gimnasia de Concepción y en Paysandú, de la tercera división de Uruguay, donde destaca que tuvo el gusto de recibir el llamado personal de Sebastián el Loco Abreu para ponerse bajo sus órdenes y disfrutar vivencias nuevamente con un personaje de vasta experiencia.
Su paso por Chile es donde Tito reconoce haber alcanzado su mejor versión: se consagró bicampeón a nivel local y los hinchas lo recuerdan con cariño. No obstante, sus ciclos previos por el Taladro y la Academia también le resultan inolvidables. Es que en ambos tuvo la posibilidad de jugar con campeones del mundo: Nicolás Tagliafico en el caso de Banfield y con Rodrigo De Paul, Lautaro Martínez y Marcos Acuña en Racing. También se mete en la lista Leandro Paredes, con quien compartió inferiores en Boca y mantiene una relación fluida.
"Apenas ganamos el Mundial le mandé un audio a Paredes para felicitarlo. Me llenó de satisfacción ver a amigos míos en ese momento. Era hermoso ver a un chico que jugó conmigo cómo hacía feliz al país. Me emociona mucho", confiesa Tito, que reconoce que la pasión y nerviosismo que le despierta el fútbol lo llevó a no aguantar el alargue y tanda de penales de la final contra Francia.
En sus comienzos, al estar rodeado de un equipo que ganaba más de lo que perdía, Noir cayó en la tentación de pensar que en el fútbol "todo sería color de rosas" para siempre. Su repercusión y habilidad con la pelota lo convirtieron en una de las debilidades de un Carlos Bianchi que ejercía en Boca su rol como mánager. Tal era la cercanía con el jugador que el ex DT lo bromeaba llamándolo por la correcta pronunciación de su apellido en francés, nación de la que proviene dicha denominación. "Yo no entendía nada cuando se me acercaba", recuerda con una mezcla de vergüenza y melancolía.
<iframe width="695" height="391" src="https://www.youtube.com/embed/6hcbtzA6dJo" title="Todos los goles oficiales de Ricardo "Tito" Noir en Boca" frameborder="0" allow="accelerometer; autoplay; clipboard-write; encrypted-media; gyroscope; picture-in-picture; web-share" allowfullscreen></iframe>
El Virrey fue otro de los hombbres que cobijó a Ricardo desde un principio y fue una pieza clave para convencerlo de que se quedara en Boca ante un sondeo del Inter de Porto Alegre. Le hizo creer que si mantenía su nivel le iba a recibir una oferta desde Europa que finalmente jamás llegó.
Fue en ese tiemepo que Noir comenzó a comprender que "en el fútbol se pierde más de lo que se gana": en 2010 sufrió una seguidilla de lesiones que lo terminaron marginando del Xeneize y debió emigrar en búsqueda de minutos. Aunque en su intento por recuperar la confianza en sí mismo, primero en Barcelona de Guayaquil y luego en Newell's, las cosas no salieron como esperaba.
Al considerarse una persona autoexigente, tras ver que los resultados personales no eran los mejores, en su cabeza llegó merodear la idea de dejar el fútbol de forma prematura ante una presión que se agudizaba, pero no le hizo caso y siguió apostando. "Un jugador entra en bajones cuando le cae la ficha de que ya no todo es jugar a la pelota, sino que se trata de un trabajo del cual hay que vivir y sostener a una familia. Te das cuenta de eso cuando las cosas no salen bien", reconoce Ricardo por experiencia propia.
Tito asume que su "carrera al salir de Boca estaba en picada", aunque asimismo adjudica con orgullo que "cuando estaba a punto de explotar" fue en el sur del GBA, de la mano de Banfield, donde encontró la luz al final del túnel. Bajo la dirección técnica del Pelado Matías Almeyda logró romper la barrera mental que le impedía relanzar su carrera y se convirtió en una pieza clave del ascenso a Primera División, en 2014. "Con Almeyda me volví a sentir importante. El Pelado sacó lo mejor que podía dar y me marcó para siempre", destaca.
Recordar los momentos más duros de su trayectoria le dan el pie para no dejar de recalcar la importancia de su familia, quien siempre le halaga los cortes de pelo que realiza y en su momento supo apoyarlo cuando su relación con la pelota no era la mejor.
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Esa confesión íntima le sirvió para conectar con lo que está viviendo Edinson Cavani: "El otro día vi el partido de Boca y me emocioné cuando festejaba sus tres goles apuntando a la familia. Sólo ellos saben lo que uno atraviesa por dentro, y cuando leo críticas a jugadores de ese estilo estallo de bronca".
<b>El dilema de hallar estabilidad</b>
La presión y retorcijones de panza que sentía antes de cada partido son sensaciones que Noir nunca más volvió a experimentar desde que colgó los botines. A veces suele extrañarlas con lágrimas en sus ojos a pesar de la tranquilidad que actualmente disfruta. "Los jugadores a veces somos masoquistas en ese sentido", piensa.
"Estabilidad" era exactamente lo que tanto le demandó conseguir a Tito y que lo llevó a "perder la alegría" cuando abandonó el fútbol. Para encontrar ese equilibrio comenzó a tratarse con Gustavo Goñi, psicólogo con el que coincidió en su paso por Racing, quien inmediatamente encontró la receta mágica: mantener la cabeza ocupada con nuevas actividades.
En primera instancia, Noir intentó continuar ligado al fútbol. Era lo que consideraba lógico. Por ello es que probó con pasar al otro lado del mostrador: estuvo a cargo de una escuelita de fútbol para niños de Villa Elisa y desde Banfield le ofrecieron dirigir la cuarta división, chance que terminó desistiendo ante el deseo familiar de no regresar a Buenos Aires. Tito seguía sin "completarse", anhelaba tener sus propios horarios con pocos compromisos y le bajó la persiana a su primer amor.
Así es como en medio de la desolación recordó unos viejos videos que un colega barbero le había pasado durante la pandemia para que aprendiera a cortar el pelo. Volvió a verlos y logró que le pique el bichito por primera vez desde su retiro. "Rompí mi miedo de hacer nuevas cosas y empecé el curso de una clase por semana. Me cambió por completo", rememora Ricardo.
<blockquote class="twitter-tweet"><p lang="es" dir="ltr">EX BOCA // Juntada anoche entre Noir, Riquelme, Clemente y Gaitan <br><br>?? <a href="https://t.co/oIqvqj3jCE">pic.twitter.com/oIqvqj3jCE</a></p>— MundoBoca (@MundoBoca_net) <a href="https://twitter.com/MundoBoca_net/status/1079750949181235200?ref_src=twsrc%5Etfw">December 31, 2018</a></blockquote> <script async src="https://platform.twitter.com/widgets.js" charset="utf-8"></script>
Y ahora va a por más. "Me anoté en otro curso de la misma academia para que me enseñe a hacer dibujos en el pelo, al estilo futbolista", cuenta con entusiasmo y una sonrisa.
Privilegiados son aquellos futboleros que visitan el salón de Noir. Mientras reciben su cambio de look, se encuentran rodeados de camisetas como las de Ronaldinho, Paredes, Riquelme y otras 100 casacas más que se muestran a la vista. Lógicamente, el televisor de la sala no conoce otro canal que los deportivos y está conectado a unos amplificadores de sonido que permiten una mejor experiencia a la hora de disfrutar de un partido. El museo convertido en barbería es el ambiente donde Ricardo logra unir sus dos pasiones.
A pesar de haberle costado hallar una actividad que lo motive durante el retiro, lejos estuvo de creer que la solución sería olvidar al fútbol. "Las pasiones no se negocian", afirma. Confiesa que mira todos lo partidos posibles del fútbol argentino y de la Premier League de Inglaterra. Además, juega un picadito con amigos dos veces por semana, la misma frecuencia con la que también empezó a practicar pádel. "Llegaron a ser actividades que en su momento realizaba obligado y que con el psicólogo las volví a disfrutar", admite.
<b>¿Cómo es el contraste de estar en la tapa de los diarios a esta paz en Villa Elisa?</b>
Ahora ya me cuesta volver a Buenos Aires. Acá uno está muy tranquilo y evita volver a la vorágine. Siento que mis hijos viven más seguros. Vivo todo lo contrario a cuando debuté, pasé de un extremo al otro. Si tengo que sufrir el doble de lo que sufrí en mi carrera, lo firmo con tal de volver a sentir esa adrenalina. De joven no caía con lo que me estaba pasando y entré de repente en un mundo diferente donde te conocen todos. Eso está bueno, pero llega un punto en donde uno necesita tranquilidad. Ya no busco repercutir, prefiero pasar desapercibido siempre, pero que la gente se acuerde de vos te reconforta porque significa que hiciste algo bien.