Iquique tiene en esta edición un raro privilegio. A mitad de carrera, y gracias al desdoblamiento de las etapas de descanso y la inclusión de la maratón para los autos, esta bella ciudad de 250.000 habitantes sobre la costa del Pacífico, organizó su propia fiesta para recibir el Dakar, con rampa y todo al estilo Plaza de Mayo. Y cuando las motos y los quads llegaron al día de descanso (los autos y camiones recién lo harán mañana, para pasar hoy el meridiano de la competencia, unos hacia Uyuni, los otros en un dibujo dentro de Iquique), se puede decir que es una de las peores ediciones para los argentinos. Los candidatos, al menos a acercarse al podio, ya no pueden hacerlo y apenas uno asoma como para dar un gran salto: el pibe Jeremías González Ferrioli, el más joven en debutar en un Dakar el año pasado, en cuatriciclos.
Como nunca, Orlando Terranova estaba para pelear la victoria en autos. Ganó el primer día hacia Villa Carlos Paz pero ya entonces, como un presagio, no le gustó hacerlo después de que penalizarán a Nasser Al-Attiyah, porque "nunca nadie que ganó la primera etapa, ganó el Dakar". Un tremendo error suyo en la 2ª etapa, cuando volcó solo a poco de llegar, y en la 4ª, cuando se llevó una piedra, rompió todo y casi abandona, ya lo dejaron al margen. Ayer fue 6º, pero pasó la rampa sin detenerse con el locutor en una muestra de su fastidio. Va 29º en la general. Sin chances.
Después del tremendo fracaso en 2014 con la Ranger sudafricana, el también mendocino Lucio López se ilusionó con dar pelear con una Toyota del afamado equipo Overdrive. Pero la Hilux lo dejó de a pie en San Juan. Mientras, Emiliano Spataro busca evolucionar con la Duster ahora semioficial pero sólo para ser top 10, que para él no es poco. La categoría reina además perdió atractivo porque Al-Attiyah, si no le ocurre nada, no tiene rivales y lo demostró ayer ganando de nuevo el parcial. Los problemas de Nani Roma de entrada y la clara percepción de que el regreso de Peugeot no fue el esperado, bajaron tremendamente la expectativa general, además de la criolla.
<b>Motos </b>
Se decreció notablemente. La esperanza la encarnó siempre Javier Pizzolito, que llegó al climax en 2014, contratado como piloto oficial Honda luego del brillante 2013. Pero la experiencia fue desastrosa. Le tocó ser mochilero de Helder Rodrigues (que, curiosamente, ganó ayer la etapa), tuvo muchos problemas, culminó 23º y su lugar en el team japonés lo ocupó la vigorosa española Laia Sanz, muy ovacionado ayer en la rampa. Se cobijó en la sede sudamericana de la marca, y aunque ayer mejoró (18º), marcha 44º y viene haciendo una Dakar malo. Hizo abandonar además a su coequiper Pablo Rodríguez, el 2º mejor argentino, que le debió ceder su neumático en San Juan.
Detrás de Pizzolito, sólo asomó el hocico un debutante: el neuquino Esteban López Jove, 25º ayer. Y eso que el mejor argentino en la general (35º) "no conocía para nada las dunas, así que debí seguir a otros para no perderme". El neuquino, empleado de una fábrica de tráilers, juntó el dinero con el aporte de amigos para correr y "no me imaginaba estar en esta posición. Largué muy atrás y comí mucha tierra, pero ahora estoy cada vez más libre".
<b>Cuatriciclos </b>
Sin los Patronelli por primera vez en Sudamérica, el fueguino Lucas Bonetto parecía haber tomado la posta argentina, pero luego de ganar la 3ª etapa, el motor le dijo basta en la siguiente. Otra vez, como en 2014 cuando abandonó Marcos y el propio sureño, el pibe González Ferrioli tomó la posta y avanza. Ayer fue 3º, su mejor posición en un parcial del Dakar, y continúa en el 4º lugar luego de que casi queda en el camino a San Juan por deshidratación. Y es la única esperanza de podio nacional en el Dakar, porque en camiones los Germano sólo están para durar. Son 28 los abandonos, sobre 58 argentinos que largaron, en sólo 6 etapas. En un Dakar que se fue pronto del país y que recién vuelve a la semana, queda poco para ilusionarse.