Mientras el fútbol sigue paralizado por la pandemia de coronavirus -a excepción de algunas ligas que ya se preparan para recomenzar su actividad-, la FIFA podría verse sacudida por un revés judicial impulsado por el argentino Pablo Silva y el brasileño Haine Allemagne, los inventores del aerosol que se emplea para medir las distancias en el fútbol y que, según ellos, está siendo utilizado sin autorización ante la negativa del actual presidente del ente, Gianni Infantino, de honrar un acuerdo previo de compra.
"Todo fue producto de un destrato de la FIFA porque nosotros teníamos todo muy encarrilado con la gestión de (Joseph) Blatter y (Julio) Grondona", comienza a relatar Silva, en diálogo con <i>TyCSports.com</i>. Es que, previo a la Copa América 2011, Silva y Allemagne lograron un acuerdo para que Conmebol realice la primera prueba piloto del aerosol. "Ese testeo oficial permitió elevar un informe a la International Board mediante el cual se aprobó el sistema y se lo incluyó en las reglas", explica Silva, que luego añade que en base a eso se llegó a un acuerdo para que FIFA compre el sistema con posterioridad al Mundial de Brasil 2014.
Todo esto, explica Silva, no podría haber sido posible sin el apoyo del fallecido presidente de AFA Julio Humberto Grondona: "Fue el gran impulsor en un momento en el que FIFA estaba totalmente cerrada a implementar cualquier tipo de tecnología. Inclusive estaba deslumbrado por el proyecto y nos dijo: 'Esto va a tener éxito porque es tecnología interna aplicada dentro del campo de juego por el referí y guarda los preceptos de FIFA, porque va a poder aplicarse tanto en la liga más poderosa como en la más pobre'. Siempre fue generoso con el proyecto y, sin él, no hubiésemos llegado ni a la esquina".
Pero, ¿qué pasó en el medio como para que ahora FIFA se encuentre al borde de ser condenada en primera instancia al pago de una indemnización que podría ascender a los 100 millones de dólares? "Lo que pasó fue que, en 2014, a los pocos días de terminado el Mundial (el 30 de julio), muere Grondona. Después, se fue Blatter. Ahí, nosotros entendimos la situación y esperamos paciente y prudentemente durante tres años, pero en 2017 iniciamos el juicio para poder hacer valer nuestros derechos", explica Silva. La comunicación con FIFA, asegura, se cortó repentinamente.
"Después de que pasó todo eso, no tuvimos ninguna comunicación. Grondona fue el gran impulsor, pero también estuve reunido con Blatter en Conmebol, antes de que se envíe el informe a la International Board y después también en Zúrich. Hubo siempre una relación fluida. Pero, cuando cambió la conducción, en lugar de sentarse a charlar con nosotros, que habíamos fabricado un instrumento que terminaba con la trampa para una institución que tiene al Fair Play en su lema, nos dieron un destrato inmerecido", asevera el oriundo de La Paternal
El reclamo, además, se encuentra respaldado por pruebas contundentes, explica Silva, que asegura que "todo estaba firmado" y que hasta estuvo "dando clases ante 50 árbitros mundialistas en Rio de Janeiro antes del Mundial".
La demanda está radicada en Brasil y el abogado que representa a Silva y Allemagne es Cristiano Zanin Martins, conocido por haber sido abogado del expresidente de Brasil, Lula Da Silva. En la justicia brasileña, asegura Silva, todas han sido hasta ahora buenas noticias: "Ganamos todas las medidas cautelares. El juez dictó el reconocimiento de la patente en 44 países y la orden de no jugar más con aerosol en todo el mundo acompañado de una pena de 15 mil dólares por partido en que se infrinja esa medida".
A pesar de esto, FIFA pareció no acusar recibo y, a los ojos de Silva, la falta más grave cometida por el máximo organismo del fútbol mundial es haber desobedecido esa orden judicial al jugar todos los partidos de la Copa del Mundo de Rusia 2018 con el uso del aerosol.
Según medios brasileños, la sentencia de primera instancia estaría pronta conocerse y el argentino se mostró confiado: "Somos optimistas porque haber ganado las cautelares nos da un panorama de cómo viene el tema. Difícilmente te dan una cautelar para después fallar en tu contra".
Ahora, habrá que ver qué decisión toma la justicia brasileña, sobre todo teniendo en cuenta que, además de la indemnización -que actualizada a cifras actuales llegaría a los 100 millones de dólares-, la violación de una patente en Brasil lleva la pena de uno a cuatro años de prisión. Aún así, Silva explica que ellos solamente quieren ser reconocidos como creen que corresponde: "Nosotros queremos que se cumpla la ley. Nos da mucha pena haber tenido que recurrir a esto para hacer valer nuestros derechos, pero queremos ser resarcidos como corresponde. Creo que era mucho más justo y noble sentarse a hablar, más allá de cuánto pretendía uno u otro. Había que mostrar buena voluntad, algo que hasta ahora nunca hubo".