Barcelona afronta dos partidos trascendentales en cuatro días, ambos en el Camp Nou. Después de seis victorias seguidas (Ajax, Almería, Sevilla, Apoel, Valencia y Huesca; tres en Liga, dos en Liga de Campeones y una en la Copa), el equipo azulgrana parece haber enderezado el rumbo perdido el día del clásico en el Bernabéu, con la secuela de otra derrota ante el Celta.
Superada la prueba de fiabilidad en Mestalla, aunque en el último segundo, el proyecto de Luis Enrique recibe dos nuevos exámenes que marcarán la temporada. El Espanyol siempre es un visitante incómodo en un derbi, y el miércoles, ante el PSG, estará en juego el pase a octavos de la Liga de Campeones como primero de grupo, lo que garantizaría la vuelta en casa y un rival, a priori, más asequible. Otras dos finales, en definitiva, en una temporada repleta de ellas cuando todo se analiza con lupa.
Para hacer frente al Espanyol, un rival que puntúa pocas veces en el Camp Nou, pero que suele hacerlo en etapas de incertidumbre similares a la actual, Luis Enrique sólo tiene la baja de Vermaelen, que tiene para cuatro meses de baja tras ser operado esta semana en Finlandia de sus problemas musculares. Iniesta ya demostró con un golazo en Huesca que está recuperado de su lesión y la alineación obligará al técnico a un ejercicio de funambilismo.