Boca venció 2-0 a Palmeiras y quedó muy cerca de estar en una nueva final de Copa Libertadores, en busca de su séptima conquista continental. Todo se resolvió sobre el final y gracias a la inmensa jerarquía de Darío Benedetto, quien entró y revolucionó todo a puro gol.
El equipo de Mellizo había arrancado algo mejor, quizás sin tanta claridad, pero imponiendo condiciones y condicionando a su rival a limitarse a defender. Antes de los 20 minutos tuvo dos buenas chances para romper el cero: en la primera Pablo Pérez levantó su remate entrando como wing izquierdo y en la segunda Carlos Izquierdoz cabeceó afuera tras una falla del arquero Weverton.
Luego el trámite se tornó más equilibrado, con exceso de lucha en la mitad de la cancha y en ese terreno sobresalieron Wilmar Barrios y Felipe Melo. De fútbol poco y nada por ese entonces. El Xeneize, siempre muy inconexo tenía aislado a Wanchope arriba y con nulo aporte de Zárate y Pavón, los dos máximos encargados de asistirlo. Palmeiras, en tanto, a lo único que atinó fue a forzar un par de córners, demasiado poco para el líder del Brasileirao.
En el complento Boca salió un poco más decidido, empujó con más gente y cerca estuvo Ábila de conectar un buen centro de Pavón a la carrera. A los 10 el Guillermo Barros Schelotto metió el primer cambio para tratar de ganar lucidez arriba: el colombiano Sebastián Villa por Mauro Zárate, que tuvo un partido subterráneo.
Recién a los 23 del complemento Palmeiras tuvo su primera llegada seria en la noche. Dudú giró con categoría, desairó a la defensa y sacó un remate de zurda que salió apenas desviado ante la estirada desesperada de Rossi.
A falta de un cuarto de hora y cuando Boca no encontraba ningún camino para inquietar el local metió su segundo cambio: 9 por 9, Benedetto por Ábila. Justamente el goleador, que llevaba casi un año sin festejos, fue el encargado de romper la paridad con un cabezazo bajo tras un corner.
El 1-0 era un premio merecido porque aún sin tantas ideas Boca siguió insistiendo y había provocado un ratito antes un atajadón de Weverton ante un tiro libre de Olaza.
Pero hubo más, a la noche de Benedetto le faltaba lo mejor: un gol antológico, que incluyó un chicle, giro y remate seco para un 2-0 que lo deja al Xeneize con un pie en la final de la Copa. Ahora deberá ir a defender la ventaja a San Pablo, pero el panorama es muy alentador.