Desde Conmebol hicieron todo lo posible para que la primera final entre Boca y River se disputara, pero no hubo caso. Los árbitros, con el chileno Roberto Tobar a la cabeza, salieron a recorrer el campo de juego dos horas antes del horario pautado para el pitazo inicial, y ahí constataron que el terreno estaba inviable para que haya fútbol.
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