Carlos Bianchi vivió otra gran noche en Vélez. El Virrey fue homenajeado por los socios y protagonizó, en la sede social del club y ante una multitud, la inauguración de una estatua que emula sus años como futbolista.
El hombre nacido futbolísticamente en el club de Liniers es uno de los ídolos máximos de los hinchas, apoyando esa condición en su extensa cantidad de logros, tanto cuando se desempeñó como jugador como cuando lo hizo como director técnico.
En 1968 fue protagonista del primer título en la historia del Fortín, en medio de una carrera como jugador que posteriormente lo convirtió en el máximo goleador -aún vigente- del club. Luego del retiro y de algunas experiencias como entrenador en Francia, regresó en 1993 para inmortalizarse en las páginas doradas de la historia del club. En una década del 90 llena de éxitos, logró ganar la Copa Libertadores, la Intercontinental y la Interamericana, además de consagrarse repetidas veces en el ámbito local.
Emocionado por el homenaje y ante el clamor de una multitud, contó anécdotas y le dirigió palabras de agradecimiento a los hinchas: "Tengo que agradecer a estos locos, aunque en la historia de Vélez muchos hicieron más que yo". Luego, hizo referencia a la estatua: "El jugador de fútbol es lo que está en está reflejado y es lo que más me gustó ser".