Alan Varela parece estar vendido desde hace días al FC Porto, pero todavía sigue entrenándose en Boca bajo las órdenes de Jorge Almirón en el Centro de Entrenamiento de Ezeiza. Porque así son las negociaciones para cerrar un pase, con idas y vueltas, tironeos entre el que quiere sacar una moneda más y el que le gusta regatear como en una feria callejera de cualquier parte del mundo.
La transferencia tuvo vaivenes durante esta semana. Entre que estuvo caída un día, se reflotó al siguiente, hubo tensión cuando Almirón lo incluyó de titular en la última práctica antes de enfrentar a Barracas, bajó la tensión cuando finalmente no jugó, después pareció interrumpirle el diálogo fluido y finalmente sobre el viernes se destrabó con una mejora en la oferta del Porto. Ahora, los clubes tratan de ponerse de acuerdo en la forma de pago.
La última oferta del club portugués se estiró hasta los 9.000.000 de dólares, 3.500.000 por objetivos y una plusvalía del 20% de una futura venta, con una clara mejora de 1.500.000 en el dinero por cumplir determinadas metas en su estaría en Portugal, lo cual elevó el total alcanzable a 12.500.000, sin contar lo que podría ingresar más adelante.
Si todo sale bien y no hay sorpresas, las partes esperan que la transferencia se cierre durante el fin de semana para que Varela pueda viajar la semana próxima rumbo a Portugal para la revisión médica y la firma de un contrato por cinco temporadas con el Porto, donde llegará para reemplazar la vacante que dejó el colombiano Matheus Uribe, quien era una pieza clave del equipo, pero decidió no renovar su contrato y se fue al Al-Saad de Qatar. Hay más de uno cruzando los dedos para que se cierre sin nuevos inconvenientes.
Por lo pronto, Varela viajó el miércoles a Santiago del Estero pero se sentó en el banco y ni siquiera ingresó, y este lunes ante Newell's en la Bombonera directamente no podrá estar porque llegó a la décima tarjeta amarilla en el último partido ante Gimnasia y deberá cumplir una fecha de suspensión.
