En un partido cerradísimo, como el que estaban disputando Boca y Palmeiras en la Bombonera por la ida de una de las semifinales de la Copa Libertadores, una maniobra de pelota parada podía definir el duelo. Y fue Darío Benedetto el encargado de romper el cerco de Palmeiras.
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Se jugaban 38 minutos del segundo tiempo y el arquero brasileño Weverton acababa de salvar a su equipo con una gran volada para enviar al córner un tiro libre del uruguayo Lucas Olaza. Justamente de ese tiro de esquina ejecutado por el colombiano Sebastián Villa llegó el tanto.
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Darío Benedetto, quien había ingresado siete minutos antes por Ramón Darío Ábila, le ganó en el salto al duro Felipe Melo, anticipó en el primer palo y batió al guardavalla brasileño, que hasta ese momento se había mostrado imbatible.
El balón sacudió la red, hizo estallar al público que abarrotaba la Bombonera, pero también a su autor: Benedetto rompió en lágrimas, desbordado por la emoción. No era para menos: fue su primer tanto desde su regreso a las canchas tras la rotura del ligamento cruzado anterior de la rodilla derecha en noviembre de 2017.
Ese testazo ya era suficiente para encaramar al delantero al escalón más alto en el podio de los futbolistas decisivos para el destino del encuentro. Sin embargo el ex jugador de Arsenal tenía reservada una sorpresa más.
A los 43 minutos, recibió un balón de espalda al arco a la altura de la medialuna, giró y desairó a Luan y sacó un derechazo incontenible para Weverton que se transformó en el segundo tanto de Boca. Todos los abrazos fueron para él. Difícilmente alguien podrá discutir quién fue el hombre del partido.
"Me tocó entrar desde el banco y por suerte se me pudieron dar los goles. Fueron muchos meses bravos por las lesiones, estoy contento por volver a convertir", contó el delantero poco después del final del encuentro. "Jugamos ante un rival muy duro, ahora nos toca allá, no está nada definido", añadió.