Apenas una clara-clara de gol en 90 y pico de minutos, cuando llegaba con la presión de ganar, es demasiado poco para este Boca que aspira a ser campeón. Lejos de mostrar carácter, de intentar llevarse puesto a Rafaela, de hacerles sentir a los que corren de atrás que este puntero es de fierro. Líder es, sí, pero ahora con sólo tres puntos de diferencia y más de uno solplándole la nunca.
Tardó Boca en jugarlo como una final, en sentirlo decisivo. Al menos desde la actitud, más allá el juego complicado en un campo de juego chico, de que extraña a Centurión, de que no tiene referente para jugar y que a Pablo Pérez le queda grande ese traje. Casi que regaló el PT (una llegadita de Bentancur dándole un pase al arquero) y en el segundo empujó con hambre real de victoria, aunque le costó.
Ya con Rafaela más retrasado, con Gudiño preocupando menos a Fabra, Boca se hizo dueño de la pelota y jugó en campo rival con muy pocos espacios. Y cuando nadie rompe el molde con encare y velocidad, cuando nadie se ilumina (Benedetto no gravitó y salió, Bou tampoco anduvo derecho cuando entró), se hace mucho más difícil. Sólo a los 14' del ST Pavón tocó de primera con Fabra y Pérez dentro del área no llegó a empujarla en la línea: es la segunda vez en el torneo que no la mete. Esa fue su única jugada en el partido, que también pudo haberlo perdido con un zapatazo en el final que rozó el palo izquierdo.
Boca no perdió y sumó, pero conceptualmente es como una derrota. Por resultado y por juego. Y porque ya desde lo numérico no está tan cómodo como antes, con varios llegando de atrás dispuestos a aprovechar la chance. Se vendrá Arsenal, luego el trío Estudiantes-River-Newell's, seguidilla en la que se jugará todo. Gastó demasiado rápido el margen que tenía hasta el final.