Los grandes también pueden sufrir un palazo tremendo. Le tocó al Barcelona. Lo vivió en carne viva ante un adversario impensado. Porque no sucumbió ante el campeón de otra liga top de Europa. Sí ante un rival que le dio una tremenda lección y una enorme paliza, el Athletic de Bilbao en San Mamés.
Debe quedar muy claro que el 4 a 0 fue la expresión de lo que ocurrió en el campo. Fue enorme, muy amplia, la diferencia. Luis Enrique apostó a una rotación que dejó en el banco a Piqué, Busquets e Iniesta. La lectura ante el resultado es que fue un error. Aunque no se puede resumir en esas bajas el pésimo nivel del Culé. Faltaron la actitud y la rebeldía que naturalmente se le pueden exigir al último campeón de la Champions League.
Fue muy raro el semblante de Messi, casi penoso. Con el partido 1 a 0, Leo tuvo un tiro libre que el arquero Iraizoz le sacó del ángulo, sobre el final del primer tiempo. Y nada más. Sin buenas conexiones, le bloquearon los remates. El fue parte y responsable de la debacle, aunque el punto más bajo fue el de los marcadores centrales, Bartra y Vermaelen, ingenuos y generalmente a destiempo. Arrancó mal desde el arquero Ter Stegen, quien rechazó mal de cabeza y San José capitalizó con prontitud al convertir desde 45 metros. A eso, hay que sumarle un mediocampo débil para contener e inexpresivo para crear.
Sí, todo mal, pero muy mal hizo el Barcelona. Un fuerte llamado de atención. Una de esas palizas que normalmente hubieran generaron que la prensa local pidiera la dimisión del entrenador, lo que en esta ocasión no ocurre porque el Barcelona viene de ganar cuatro títulos consecutivos con Luis Enrique.
Aunque también vale la pena detenerse en el último, la Supercopa Europea ante el Sevilla en Georgia. Fue un 5 a 4 que por la consagración borró la dosis habitual de crítica, aunque al Barcelona le habían metido cuatro más por dejadez propia que mérito andaluz. Una señal no atendida debidamente.
Por supuesto, aplausos para el Bilbao. Aduriz, a sus 34 años, metió un triplete. Hacía 10 años que un rival no festejaba semejante dosis ante el Barcelona (Forlán, con el Villarreal). Aunque la figura vasca fue el equipo: el funcionamiento colectivo resultó impecable: orden, ímpetu, buenas salidas por los laterales y sobre todo mucha concentración y esfuerzo para evitar que el Barcelona se sintiera dueño del partido.
La revancha será el próximo lunes en el Camp Nou. Parece poco tiempo para generar una reacción en los futbolistas. Sobre todo porque el gol de visitante se computa doble y en caso de un tanto vasco los catalanes deberán meter seis. Muy difícil para Barcelona, que hoy rindió ante el León.