Corría el primer tiempo del encuentro decisivo cuando la familia del capitán de la Selección (sus padres Jorge y Celia, sus hermanos y hasta su mujer, Antonella Roccuzzo), tuvieron que cambiar su ubicación en las gradas por el hostigamiento de parte del público chileno, que los insultó y hasta los agredió físicamente.
Visiblemente ofuscados, los familares fueron escoltados por la Policía hacia otro sector para resguardar su integridad, aunque los chilenos continuaron insultándolos hasta que abandonaron completamente sus asientos.