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Un empate con gusto a hazaña para la selección Argentina de handball en el Mundial

Los Gladiadores hicieron historia en su debut en Qatar: 24-24 ante el subcampeón mundial Dinamarca. El Chino Simonet lo igualó en el último ataque argentino y el arquero Fernando García lo cerró con la atajada en un tiro libre.

16 de Enero de 2015
Más que un empate para Los Gladiadores.
Más que un empate para Los Gladiadores.
Más que un empate para Los Gladiadores.

Hasta el último suspiro se podría haber hablado de lógica. Es más, en estas líneas se podrían haber encontrado todos los sinónimos de lógica o dignidad. Dinamarca, el subcampeón del mundo, le ganaba a la Argentina con lo justo. Y todo estaba dentro de lo normal. El poderoso que se llevaba el triunfo ante un equipo que llegaba al cierre del partido con el corazón en la mano.

 

Pero los Gladiadores tienen ese no sé qué. Un plus que aparece en las citas más complicadas. Cuando menos se espera de ellos, ellos entregan mucho más. Orgullo contra la presión, motivación ante la adversidad. El secreto debe estar por ahí. En el Hall Multipropósito de Lusail, la Argentina logró un empate con sabor a hazaña ante Dinamarca y lo festejó con algunas lágrimas en los ojos y un desahogo que todavía se escucha en el desierto. Fue 24-24, en el estreno albiceleste en Qatar 2015.

 

Los Gladiadores empezaron con un parcial 5-3 hasta el minuto 12, pero después sólo pudieron convertir un tanto en los siguientes 18 minutos y eso se pagó caro en el cierre de la primera mitad. Ya en la segunda parte, la selección levantó su nivel al punto de recuperar ese terreno perdido y lograr un empate que ya es parte de la historia del handball argentino. Federico Pizarro, con 8 goles, fue el máximo anotador albiceleste. En el rival se lució Anders Eggert, con 5.

 

Gol a gol en todo el segundo tiempo, la Argentina tuvo su plus en los minutos finales. Sebastián Simonet acercó el 22-24, Leo Querin puso el 23-24 a falta de un minuto y Diego Simonet, el abanderado de la esperanza nacional, selló el 24-24 en el minuto 60. Después, sólo quedó resistir las últimas bolas de los gigantes daneses. Y se resistió. Por eso, el grito vale mucho más que un empate. En el grupo de la muerte, la Argentina avisa que está viva.

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