En Francia se realiza un juicio contra Dominique Pélicot, un hombre acusado de drogar a su esposa Gisèle Pélicot, durante casi diez años e invitar a desconocidos a violarla en su propia casa. Un verdadero horror.

Este jueves, la víctima, actualmente de 71 años, declaró ante un tribunal en Aviñón. En el juicio se investiga a más de cincuenta hombres acusados de someterla sexualmente en múltiples ocasiones mientras estaba inconsciente.

Durante años, Dominique Pelicot, la drogaba y ofrecía para que otros hombres, que eran reclutados en Internet, la agredieran sexualmente.

La mujer pidió que el juicio no fuese a puerta cerrada: “Hablo por todas estas mujeres que están drogadas y que no lo saben, lo hago en nombre de todas estas mujeres que quizás nunca lo sabrán para que ninguna mujer más tenga que soportar la sumisión química”, argumentó.

Durante casi cuatro horas, Gisèle tuvo que enfrentarse a sus agresores, al tribunal y al público.

“Estoy inerte, en mi cama, y me están violando. Son escenas de barbarie. Mi mundo se está derrumbando, todo se está derrumbando, todo lo que he construido en cincuenta años. Francamente, para mí son escenas de terror”, relató ante el tribunal.

También relata cómo, a pesar de la fortaleza que presenta, en su interior vive las secuelas de los abusos sufridos. “La fachada parece sólida, pero por dentro es un campo de ruinas, tendremos que reconstruir”, afirmó.

Una vida aparentemente “clásica”

Pélicot describió su vida amorosa con Dominique Pélicot como “clásica” en apariencia, sin señales evidentes de lo que luego descubriría. Pero en la actualidad, al revisar las últimas conductas de su marido, se percata de algunos comportamientos que ahora resultan extraños; como la propuesta de visitar un club de swingers. Además, la mujer que Dominique le tomaba fotos íntimas sin su consentimiento, después de una ducha o en la piscina.

Las investigaciones policiales que recabaron el pasado psiquiátrico de Dominique Pélicot, sacaron a la luz que tuvo que presenciar una violación en un entorno familiar cuando tenía apenas 9 años y que, mientras trabajaba en una obra, fue víctima de una violación en grupo.

Mientras enfrenta el juicio, la mujer de 71 años intenta reconstruirse “como puede. Será una página que definitivamente pasaré. Empiezo de cero, salvo que solo me queda mi jubilación para vivir”.