Que sí, que no; que se juega, que no, que de nuevo sí... Mientras en la AFA el papelón se adueñaba de la escena, el presidente de River ponía el grito en el cielo porque querían postergarle su partido ante Defensa y Justicia sin aviso alguno. Claro, en Núñez sabían bien que no era ideal cortar el alentador envión con el que arribaba el elenco dirigido por Marcelo Gallardo (no sólo llegaba invicto, con dos triunfos al hilo y como único escolta; sino que además lo hacía con un destacado estilo de juego). En tanto, la visita llegaba de empatar en su casa el clásico con Quilmes y con la intención de dar el batacazo en un estadio que visitaría por primera vez en su historia.
Lo cierto es que luego del bochorno, desde la calle Viamonte decidieron que toda la jornada se disputara tal cual se había estipulado inicialmente. Así las cosas, un expectante Monumental se alistó para ser escenario del prometedor encuentro. Y tal como sucedió en los últimos dos partidos, fueron los dirigidos por el 'Muñeco' quienes salieron decididos a ganar el encuentro de entrada. Estaba claro que esa era la idea 'bajada' por el nuevo DT: buscar desde el minuto cero el arco de enfrente.
A puro toque y verticalidad, eran los de Núñez los que acechaban con Teófilo Gutiérrez como el hombre que más peligro intentaba generar. Sin embargo, no era el colombiano el único que buscaba insistentemente su festejo; ya que eran varios los hombres 'millonarios' que lograban acercarse al área de enfrente y generar situaciones de real peligro... Maidana, Mora o Pisculichi fueron algunos de los que estuvieron bastante cerca de capitalizar las opciones.
Pero la cuota goleadora estaba en los pies de un inesperado goleador. Se trataba nada más ni nada menos que del único hombre que había estado en duda hasta último momento por un golpe en su pierna: Carlos Sánchez. El uruguayo estaba encendidísimo y esto quedó reflejado apenas superada la media hora cuando inició y culminó de gran manera la jugada: recuperó la pelota, la tocó para Pisculichi y luego fue a busca el centro con el que de cabeza abrió el marcador e hizo delirar a todo Núñez.
El ex Godoy Cruz logró darle a River la tranquilidad que estaba necesitando, ya que si bien era amplio dominador del encuentro; la verticalidad que tenía generaba un desequilibrio que solía dejarlo mal parado en las contras (situación que no pasó a mayores como consecuencia de la pálida tarea que estaba teniendo su rival de turno). Y a poco de finalizar la primera etapa volvió a dar el presente el 'Pelado': tal como hizo en el primer gol, volvió a recuperar la redonda y, en este caso, se la cedió a un 'Teo' que remató al arco, siendo despejado su remate. Allí estaba Sánchez para empujar la 'bocha' y decretar el 2-0 con el que la 'Banda' se iría al descanso.
Luego de lo que fue una nueva exhibición 'millonaria' en la primera etapa (ante un 'Halcón' que le opuso muy poca resistencia), en el complemento el local se mantuvo en su libreto y no dejó nunca de tener el arco de enfrente entre 'ceja y ceja'. Pese a que durante algunos minutos bajó un poco el ritmo (más por cansancio que por real iniciativa), los de Varela no lograban incomodarlos nunca porque perdían siempre ante una muy sólida defensa riverplatense (Washington Camacho era el rival más incisivo).
Inmediatamente, el local volvió a adueñarse del protagonismo y llevó adelante prácticamente un monólogo ofensivo. Con Mora intentando una fallida chilena, Pisculichi –primero-, Martínez y Boyé –más tarde- probando con remates que se fueron apenas alto; River se iba acercando cada vez más al tercero que Defensa al descuento. Y fue a la media hora cuando tuvo su merecido premio. Tras un centro de Mercado, quién otro sino el intratable goleador colombiano para aparecer por el segundo palo y empujar de cabeza la pelota al fondo de la red, sin siquiera saltar ni despeinarse.
Con el tanto de un Teófilo Gutiérrez que ya miraba a todos sus 'colegas' desde lo más alto de la tabla de goleadores con cinco festejos en apenas cuatro fechas, River cumplía con la tan codiciada 'ley de las tres G del fútbol: ganaba, gustaba y goleaba; generando así el descontrol de un 'Monumental' que quedaba chico para tanta euforia.