Un trágico accidente ocurrió en el Aeroclub de Paraná este sábado por la tarde, donde por circunstancias que aún están bajo investigación, perdió la vida Cristian Grecca a los 54 años.
Piloteaba desde los 19 años, donde se había recibido como piloto privado en 1994. 13 años más tarde, decidió introducirse en el mundo de las acrobacias, donde comenzó a ser cada vez más frecuente en algunos eventos que realizaba el propio Aeroclub.
“‘Perseguí a un piloto’ para que me enseñara acrobacias y en 2007 comencé a viajar una vez al mes, a la ciudad de La Plata, para entrenamiento en acrobacia que era súper exigente”, detalló en una de las innumerables entrevistas que brindó a Elonce.
Actualmente era el presidente del Aeroclub Paraná durante el periodo 2023-2024. Se definía como piloto privado, comercial, remolcador de planeadores, aeroaplicador, pero siempre le despertó pasión la acrobacia aérea.
“Es una sensación de libertad”, expresaba sobre lo que le generaba hacer cada maniobra peligrosa en picada, donde también calificaba que era una “sensación hermosa”.
Era muy querido en el espacio, donde su cálida sonrisa e inconfundible presencia siempre cautivó al público. De hecho, siempre se desvivía por impresionar al público que lo veía en su avioneta roja y blanca que este sábado cayó en terrenos del Aeroclub: “Quería compartir la pasión que me genera volar que es muy disfrutable y muchas veces parece solitaria”.
En más de una ocasión, demostró su capacidad para realizar maniobras de alto riesgo a velocidades superiores a los 400 kilómetros por hora. Por ello, en más de una oportunidad asombró al público presente en diferentes puntos de la provincia.
En Villa Urquiza fue uno de los puntos donde se lo pudo ver volar muy bajo y a escasos metros de la gente, que se mostró cautivada por el talento innato del piloto. A continuación, una de sus shows en el aire, donde más le encantaba estar:
La exigencia de siempre estar al 100% desde lo físico
Si bien era piloto profesional desde 1994, siempre reveló a Elonce la importancia de realizar maniobras de riesgo con el menor margen de error: “El motor del avión, en un display automático, no se detiene nunca. Yo voy con la potencia prácticamente al máximo, al 80 o 90 %”.
“Si uno empieza a consumir sus horas con un instructor que lo empieza a entrenar en acrobacias, puede transformarse en vuelo acrobático sin tener una gran experiencia. Para el show se requiere más experiencia y preparación, exige mucho el vuelo acrobático en cuanto a la parte cardiovascular”, agregó en otra nota.
Es, sin dudas, una enorme pérdida para el mundo de la acrobacia, que extrañará su sencillez para describir que su tarea era simplemente “lo que uno hace” en el aire.