A 10.500 kilómetros al suroeste de Nantes, cuatro mil personas atraviesan las horas más tristes de su vida. La desaparición del avión que llevaba a Emiliano Sala desde Francia hacia Gales abrió una herida en los pueblos santafesinos de Cululú y Progreso, donde el futbolista de 28 años nació y creció. Por estas horas, las iglesias son el refugio de los habitantes de la zona, que se aferran a un milagro divino: las probabilidades terrenales de encontrarlo con vida se agotaron hace rato.
El reloj marcaba las seis y media de la mañana de este martes cuando la noticia sacudió a la familia y a los amigos de Sala. Muchos de ellos, recién levantados, no podían tomar consciencia de lo que había pasado. La información corrió a una velocidad supersónica por los grupos de Whatsapp. Antes de las 10, los 300 habitantes de Cululú -donde nació- y los 3700 de Progreso -donde se crió- estaban al tanto de lo que había pasado. Poco a poco, decenas de creyentes se fueron acercando a las iglesias de los pueblos. La misa programada para las 11 fue dedicada a Sala.
Pocas veces el pueblo de Progreso había estado tan apagado. Ninguno de los vecinos se animaba a hablar muy alto. Había un silencio sepulcral, apenas opacado por el aleteo de las palomas que rodeaban la plaza principal y un murmullo tibio de los que salían a la vereda para hablar y averiguar más información sobre el vuelo de Emiliano.
"Quedamos consternados. Durante toda la mañana hubo una cadena de oración de la que participaron muchos habitantes del pueblo. No podemos creer todo lo que está pasando", reconoció Alberto Gudiño, secretario del club San Martín -donde Sala jugó hasta los 15 años-, en un diálogo con el sitio Toda Pasión. "Estamos al tanto de las últimas informaciones, pero nosotros nos atamos al milagro. Hasta que no haya ninguna confirmación, vamos a tener esperanzas", agregó Darío Rudolf, familiar de Sala.
La trayectoria del delantero de 28 años era seguida muy de cerca por los lugareños. Cada paso que daba Sala era acompañado por la gente que lo vio crecer. Cuando el último fin se semana se confirmó su pase a Cardiff hubo festejos en su nombre. Se sentían orgullosos de que un representante del pueblo iba a tener la oportunidad de jugar en la Premier League de Inglaterra, una de las mejores ligas del mundo.
En el club San Martín su nombre es ilustre. "Fueron años muy lindos", admitió Gudiño, directivo de la institución. En 2005, Sala fue una de las piezas fundamentales del subcampeonato que consiguió la reserva del equipo en la liga esperancina.
A tres cuadras de la cancha en la que Emiliano jugaba cuando era pequeño, en la iglesia Inmaculada Concepción, decenas de personas rezan desde el martes. Esperan que ocurra el milagro.