Cada 7 de agosto, la iglesia católica celebra a San Cayetano, el Patrono del Trabajo, el Pan y la Paz.
En Argentina, este santo es uno de los más venerados, y más aún en tiempos difíciles. Todos acuden a San Cayetano a pedir trabajo y también para agradecer.
En la ciudad de Paraná, la parroquia San Cayetano, está ubicada en calles Ayacucho y Fraternidad, en barrio San Roque. Hasta allí comenzaron a llegar los fieles para participar de las misas, de la procesión o simplemente para acercarse hasta la imagen del Santo y hacer sus peticiones y agradecimientos.
Como estaba programado, la procesión comenzó pasadas las 15.30 y tras una recorrida por las calles del barrio, Monseñor Juan Alberto Puiggari presidió la misa central.
El testimonio de los fieles
“El Santo es parte de nuestra familia y desde que estamos en el barrio, siempre venimos a agradecer y pedir por los que menos tienen”, aseguró un matrimonio que durante ocho años formó parte de Cáritas y los grupos de oración en la parroquia.
“Es un Santo que cumple lo que promete y la gente tiene fe en él porque es un elegido de Dios; y lo que se pide, lo concede, solo hay que esperar”, sumó otra devota.
“Estamos cumpliendo y agradeciendo a San Cayetano y también a pedirle por la gente que no puede venir”, expresó Francisco y contó que asiste desde hace 20 años. “Yo dejé de tomar un 7 de enero del 2003 y desde esa fecha vengo todos los 7 de agosto; yo pienso más en los demás y en la gente que deja de creer en Dios y en todos los Santos”, dijo mientras exhibía una imagen del santo pintada y decorada por él. Además al emocionarse recordó a su madre, quien fue quien lo llevó a Alcohólicos Anónimos. “Hace ya 15 años que no la tengo y estoy aquí por ella. No hay que dejar de creer en Dios, si hacemos eso, se nos viene todo abajo”.
Amanda, de barrio San Agustín mencionó: “Vengo todos los años, llueva o no, soy muy creyente de San Cayetano, mis nietos tienen un buen trabajo y mi hijo hace 18 años que trabaja en la municipalidad”.
“Pido para que haya mucha paz, tranquilidad, amor al prójimo y trabajo y que nos ayude mucho en este momento”, expresó otra mujer que salía de la capilla.
Espigas y estampitas
La celebración por San Cayetano congregó en las inmediaciones de la Parroquia a vendedores de estampitas con espigas, llaveros, imanes y también estatuas e imágenes del Santo.
Un señor que estaba vendiendo estampitas, contó a Elonce, que las pide con cuatro meses de antelación. “Hace 18 años que vengo, es un rebusque, ya estoy jubilado y los números no dan para mantenerse. Yo siempre agradezco tener vida, eso es todo para mí”.
“Es una gran alegría porque San Cayetano es una forma de cómo Dios se manifiesta en las personas y la gente acude a él pidiéndole por sus necesidades”, aseguró un colombiano de la Fraternidad Mariana de Teresita, con sede en avenida de Las Américas de Paraná. “Pedimos a San Cayetano por la providencia para las personas que buscan el pan cada día porque la situación es muy compleja en el país y confiamos en que San Cayetano pueda ayudarnos a salir adelante”, confió a Elonce.
En relación a los precios de los artículos relacionados a San Cayetano, detalló que las espigas se venden a 500 pesos y las estampitas, a voluntad; también ofrece cuadro retablos e imágenes para colgar detrás de la puerta a 3.000 pesos y llaveros a 2.500 pesos.
“Es la primera vez que vengo a la fiesta de San Cayetano porque recientemente vine a vivir a Paraná con esperanzas de trabajo”, completó otro joven extranjero, que vendía espigas a 1.000 pesos cada una.
“Soy devota de San Cayetano porque él era un hombre muy rico que se volvió pobre para ayudar a los pobres; es un ejemplo a seguir porque en el país hay mucha gente que tiene dinero y no ayuda”, sumó María Angélica Flores, histórica vendedora de espigas y estampitas a dos por 1.000 pesos. “La salud es lo primero”, fue el deseo de la puestera que, según confió, no atraviesa por un buen momento en su vida. “No soy de ir tanto a la iglesia, pero si soy muy creyente en la Virgen”, destacó.
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Homilía: “Pedimos paz, pan y trabajo para nuestro pueblo”
Durante la homilía, Monseñor Juan Alberto Puiggari, expresó: “San Cayetano es modelo de hombre de oración, nuestro pueblo tiene mucho hambre, pero muchos tipos de hambre, hay cifras que nos tienen que doler y avergonzar a todos, que haya más de un 50 por ciento de pobres, que tienen dificultad para comer. Pero también hay muchos argentinos que tienen hambre de amor, de paz, de fraternidad y la raíz está en que nos falta Dios”.
“Tal vez hemos caído en una cultura totalmente materialista, individualista, donde el pan nuestro de cada día es la corrupción, la indiferencia, el olvide de nuestros hermanos, pero no queremos quedarnos en una queja y por eso pedimos por el pueblo argentino”, mencionó.
“San Cayetano nos enseñó a orar, a rezar. La oración, como dice San Agustín, es la fuerza del hombre y la debilidad de Dios, porque el Padre Misericordioso nunca puede dejar de oír a sus hijos. No hay ninguna oración que caiga en la tierra, todo sube al corazón de Dios, nunca tenemos que cansarnos de rezar, tenemos que rezar mucho, porque si no tengo oración no puedo vivir la vida de Dios, la fraternidad. El que tiene Fe reconoce que Dios es nuestro Padre. La oración es el termómetro de la vida de una familia y de un pueblo. El que reza anda bien, y Dios nos va a dar la fuerza para llevar las cruces que se nos presenten en la vida”.
“Rezar es elevar nuestra mente a Dios, ¿quién no habla con un padre, con un hermano, con un amigo?. Muchas madres me piden que rece porque sus hijos no les hablan y eso es terrible, eso demuestra la decadencia que tenemos”, dijo Puiggari y afirmó que si la Argentina rezara más “podríamos superar muchísimo los inconvenientes que estamos viviendo porque afloja el corazón y el corazón de aquellos que tienen más responsabilidad en el bien común”.
Por ello, “le pedimos a Dios que ilumine especialmente a las autoridades para que puedan gestionar modos de facilitar el trabajo en Argentina, porque los planes son circunstanciales, pero no dignifican al hombre. En momentos de crisis, la solución no puede ser un despido, hay que extremar las austeridades, el ingenio, la audacia para no dejar a nadie sin trabajo. Pidamos la gracia del pan y del trabajo, pero con responsabilidad y comprometiéndonos”.