La muerte de Diego Armando Maradona impactó de lleno en el mundo del fútbol. Ya son varias las voces de la pelota que expresaron sus palabras por la pérdida física del ídolo máximo. Pedro Monzón, compañero suyo en la Selección Argentina, fue uno de ellos y, en diálogo con Planeta Gol, contó sus sensaciones por esta noticia y relató el día que le salvó la vida.
"Estoy mal, muy triste. Es difícil poder hablar, expresarse en estos momentos sin que se caiga una lágrima porque el dolor que siento es muy grande. A Maradona lo amo con toda mi alma, lo conocí mucho y sé la calidad de persona que era y que nadie pudo discutir lo que fue como futbolista. Muchos compañeros tuvimos la suerte de conocerlo como persona y no solo disfrutar lo que hacía en el fútbol", abrió el Moncho.
Además, el ex defensor narró el momento que quiso suicidarse y apareció el de Fiorito: "En un momento difícil, en el cual yo pensaba quitarme la vida, con un arma en la mano pensé ´lo voy a llamar a Diego, si no viene, me quito la vida´. A la hora estaba dándome un abrazo, pero nunca me animé a decir la promesa que hice porque sino me hubiese agarrado a las piñas. Le dije ´Diego, necesito verte´. Me preguntó cómo andaba, le dije que más o menos y se dio cuenta enseguida que algo me pasaba".
También, Maradona fue artífice de la mejor proeza de Monzón ante Rumania: "Diego me hizo hacer el gol de mi vida en el Mundial de 1990. No entrenamos nada y le dije que me haga hacer un gol. Me dijo dónde quería ir a cabecear, yo le dije donde quieras y le avisé que tirara el centro al primer palo, que no me conocía nadie. Entonces lo único que hice fue saltar y poner la cabeza. Solamente hablando lo hicimos". Y siguió: "Antes de los partidos me motivaba y me decía que yo era el mejor de todos, que no me podía pasar nadie".
Al Moncho, el fallecimiento de su amigo le cayó como un baldazo de agua fría: "Cuando me enteré no lo podía creer. Porque él siempre había salido de las peores. Ya no vamos a tener al más grande de todos. Lamentablemente, Dios se llevó a nuestro Dios, nuestro gran capitán". Y concluyó: "Diego no parecía tan bien, pero se estaba recuperando. Estaba haciendo ejercicio, lo operaron el otro día. Yo quería verlo en una cancha. Solo verlo y que no se fuera nunca de la Tierra. Ese era mi sueño: que estuviese cada día mejor, que sea feliz. Toda la gente que lo amamos a él lo queríamos ver. Me queda el mejor recuerdo. No me voy a despedir, lo voy a tener en mi corazón toda la vida".