Se cumplieron 16 años de la desaparición de Sofía Herrera en Tierra del Fuego.
El 28 de septiembre de 2008, Sofía, con su curiosidad y su energía, disfrutaba de un día soleado junto a su madre y amigos, cuando de repente desapareció. “Sofía eligió el nombre de su hermana, pero nunca llegaron a conocerse, y eso me duele profundamente”, comparte María Elena, quien hoy, a 16 años de su ausencia, clama por que su hija no sea olvidada.
La madre recuerda los errores en la búsqueda, destacando que la respuesta inicial fue tardía y que el tiempo se perdió valiosamente. “Llamamos a la policía a las 12 y llegaron a las 14. Alguien pudo haberla sacado del país fácilmente”, lamenta. Desde entonces, ha estado al frente de la investigación, revisando cada pista y manteniéndose en contacto con posibles testigos.
María Elena recuerda con dolor el día de la desaparición, cuando preparó la mochila de Sofía con su muñeca favorita y un jugo. Esa tarde, ella y sus amigas se quedaron en el auto mientras los hombres y los niños bajaron. Cuando se dieron cuenta de que Sofía no estaba, comenzó la desesperación.
Con el tiempo, la búsqueda se complicó y se centró en investigar a la familia en lugar de seguir pistas más relevantes. "Nos acusaron de haberla vendido y de muchas cosas que no eran verdad", afirma María Elena.
La creación en 2019 de la alerta Sofía, un sistema para difundir rápidamente información sobre niños desaparecidos, es un avance que, según ella, pudo haber marcado la diferencia en su caso.
Un detalle que preocupa a María Elena es un testimonio clave que nunca se investigó a fondo: un niño de 6 años vio a un hombre llevándose a Sofía. Este hombre, identificado más tarde, ha tenido un papel contradictorio en la investigación, pasando de ser testigo a sospechoso.
A pesar de la lucha constante, María Elena siente que la Justicia ha fallado en brindarle el apoyo que necesita. “Me siento sola. Ni un fiscal ni un juez nos han llamado para ver cómo estamos”, señala. Su deseo es que la búsqueda de su hija se reanude con la urgencia que merece.
El pasado sábado, María Elena y su esposo Fabián llevaron carteles con el rostro de Sofía a la plaza de su ciudad, buscando recordar y honrar la memoria de su hija. Aun después de tantos años, su esperanza de encontrar respuestas se mantiene intacta.
“Aunque solo pasamos tres años y ocho meses juntas, sé que fue una niña feliz. Nunca dejaré de soñar con que un día se reencuentre con su hermana”, concluye. (La Nación)