Sociedad Según un informe

Los impactos negativos en la salud mental que generan los dispositivos móviles

La llegada de teléfonos celulares, televisores y demás dispositivos tecnológicos llevó a preocupar por su impacto en la salud mental de las personas.

8 de Octubre de 2024
Imagen ilustrativa TN

En las últimas décadas, el avance de nuevas tecnologías ha transformado nuestra realidad global de manera acelerada y sorprendente. En poco más de 50 años, hemos visto el surgimiento de la televisión, las computadoras personales, internet, la telefonía móvil y la inteligencia artificial, entre otras innovaciones. Sin embargo, no estamos biológicamente preparados para asimilar y adaptarnos a estos cambios exponenciales, lo que generó problemas de salud mental. Recientemente, nos tomó miles de años adaptarnos a las condiciones posteriores a la última glaciación, que ocurrió hace aproximadamente 15,000 años. En ese entonces, las comunidades desarrollaron estrategias de supervivencia más complejas, incluidas la invención de herramientas y la domesticación de animales.

 

Hoy en día, vivimos en una era donde las redes sociales han permeado nuestra vida cotidiana, funcionando como plataformas de conexión y comunicación, pero también como fuentes de aislamiento, angustia y frustración. La proliferación de aplicaciones ha alterado nuestra forma de interactuar y compartir información. Aunque pueden fomentar la creatividad y el sentido de comunidad, también han contribuido a problemas graves de salud mental, como ansiedad, depresión y adicciones. Estas plataformas afectan nuestra salud general, provocando alteraciones hormonales, trastornos del sueño y de la alimentación, entre otros.

 

Como mamíferos, estamos diseñados para dormir después de la puesta del sol. Sin embargo, la exposición constante a estímulos confusos altera nuestro ritmo circadiano, lo que puede llevarnos a situaciones insostenibles, como esos animales de criadero que son mantenidos bajo luz continua para que coman todo el tiempo. Un fundador de una de las plataformas más conocidas lo expresó de manera contundente: “Yo no compito con otras empresas, compito con la almohada”.

 

El impacto de las redes sociales

 

Jonathan Haidt, en su libro “La generación ansiosa”, destaca el impacto negativo de las redes sociales en los jóvenes. Según él, la infancia ha cambiado drásticamente con el uso de teléfonos inteligentes. Las estadísticas muestran que los adolescentes pasan más de siete horas al día en actividades de ocio con pantallas, excluyendo clases y tareas.

 

Haidt identifica cuatro consecuencias significativas del cambio tecnológico que afecta el desarrollo de habilidades sociales, emocionales y cognitivas en la infancia:

 

1. Privación social: El tiempo que los adolescentes pasan con amigos en persona disminuyó drásticamente, de 122 minutos diarios en 2012 a solo 67 en 2019. Esta tendencia se acentuó aún más durante las restricciones por el COVID-19, afectando a la generación Z desde mucho antes.

2. Falta de sueño: Los jóvenes en el mundo desarrollado están durmiendo menos y peor. La falta de sueño puede tener efectos devastadores, como depresión, ansiedad, irritabilidad, déficit cognitivo y un aumento en accidentes prevenibles.

3. Fragmentación de la atención: El uso problemático de redes sociales y videojuegos interfiere en el desarrollo de las funciones ejecutivas del cerebro, afectando la capacidad de mantener un enfoque constante.

4. Adicción: Las técnicas de diseño utilizadas por los desarrolladores han llevado a muchos adolescentes a convertirse en usuarios compulsivos, similar a la adicción a las máquinas tragamonedas. Esto tiene graves consecuencias para su bienestar y desarrollo social.

 

Alerta global por la adicción a las pantallas

 

La preocupación mundial por la adicción a las pantallas ha crecido. En el Reino Unido se debate la posibilidad de prohibir el uso de celulares a menores de 16 años, mientras que en Francia se aboga por restricciones más severas para los menores de 3, 11 y 15 años. Nos enfrentamos a un problema complejo que aún carece de una regulación clara, lo que hace urgente explorar estrategias efectivas para moderar el uso en adultos y, sobre todo, ayudar a los más jóvenes.

 

Es fundamental establecer pautas personales que incluyan límites de tiempo específicos para el uso de dispositivos y designar momentos como “sin pantallas”. Al tomar decisiones conscientes sobre cómo y cuándo utilizar las redes sociales, podemos desarrollar una relación más saludable con estas plataformas, administrando su uso en lugar de ser dominados por ellas. También es esencial aprender a reconocer las emociones que surgen al utilizar redes sociales. Si experimentamos ansiedad, inseguridad o frustración, es un buen momento para hacer una pausa o seleccionar el contenido que consumimos. Este proceso de toma de conciencia en sí mismo puede ser un primer paso hacia una vida más equilibrada. (TN)

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