Los jugadores de las categorías 2001, 2002, 2003, y 2004 del Club Atlético Patronato realizaron un viaje a tierras misioneras, disfrutaron de unas mini vacaciones junto a los profesores y algunos padres.
Dentro de las actividades turísticas conocieron las Cataratas de Iguazú y en lo deportivo visitaron al club L.N. Além. Pero sin dudas, es el costado inclusivo del deporte lo mas valioso de estas experiencias en las categorías menores, donde la formación del deportista, se complementa con otras vivencias tan importantes para el aprendizaje integral.
Tras el viaje, circuló en las redes sociales y en las páginas partidarias de hinchas rojinegros, un relato de uno de lo profesores de la delegación. El mismo, cuenta la experiencia del encuentro entre los gurises de Patronato y los niños de un pueblo originario perteneciente a la nación guaraní. La tribu Mbya.
Las palabras pertenecen a Angelo Leonel López. Lo compartimos en el <b>SuperDeportivo</b>
<b>"Mi pequeño relato" (Facebook-Patronato para Todos II)</b>
Estaba sentado en el primer piso del micro que transportaba a parte de la delegación, el mismo ya había bajado su marcha por una ruta muy desierta. Entre la flora misionera comenzamos a ver como empezaron a salir unos niños pequeños, que no superaban los diez años. Limpie el vidrio del micro para poder corroborar lo que estaba observando, me parecía algo muy fuerte.
Cuando descendí del micro y apoyé mi pie sobre la ruta, ya eran más de cien los chiquitos que nos habían rodeado, no sabía de donde habían salido. Miré hacia atrás y las camisetas Rojinegras venían a paso lento y todas juntas. Mis nervios y la ansiedad por saber lo que iba a ocurrir cuando esas hermosas personitas, vestidas con las casacas de mi club, se encuentren con esta realidad, con esta cultura y sus integrantes, me desbordaban.
Quería ver ese apretón de manos y la reacción de los enanos. En mi interior me preguntaba ¿Qué irá a pasar?
Un abrazo fue lo primero que observé, tal vez no era lo que esperaba, tal vez eso superó todo. El primer contacto llevo a todos los "Santos" a estrechar sus manos, a dar un beso y un abrazo. Lágrimas de por medio, veía como la solidaridad estaba presente y nuestros pequeños estaban atentos y serviciales. Era algo maravilloso.
Llegó la hora de las donaciones. Allí personal del Club Atlético Patronato llamo a algunos de los chicos para que entregaran las mismas, hubo aplausos y parecía que todo se terminaba. Pero de repente se escuchó un murmullo, giré mi torso y vi que un peque de nuestro Club ya se había descalzado sus botines, que se había puesto anteriormente para compartir la hermosa tarde.
¿Qué te pasa Mate?, le pregunté asombrado.
"Nada profe, solo me saco lo botines para donarlos".
El silencio se adueño de la escena. Un nene de 11 años, se desprendía de algo tan valioso para un futbolista como su calzado. Este geste me conmovió y me lo voy a guardar conmigo para el resto de mi vida.
Detrás de este niño, todos los que representaban a este hermoso Club comenzaron a desprenderse de sus pertenencias, de las que llevaban puestas o de las que tenían en sus mochilas, para brindárselas a sus nuevos amiguitos.
A lo lejos aprecié una carrera, que finalmente no era lo que yo imaginaba, era otro gran gesto de amor. Tan solo 11 años le alcanzaban para buscar en todo momento jugar y compartir con los más chiquitos de la tribu. Esta muestra de amor, puro, hizo eco en los aborígenes más pequeños de este pueblo. "Gracias Jere por dejarme disfrutar de ese momento tan lindo". Me olvidaba, fuiste muy valiente también, lograste que una mujer cediera su bebe y lo pusiste en tus brazos, paseaste con en el por un momento.
Arrancaron los partidos, donde muchos de nuestros nuevos amigos también lucían la camiseta más linda de todas, "La del más grande de Entre Ríos". Más de uno de ellos opto por jugar descalzo, demostrando mucha fortaleza y fe, jamás dieron por perdido un balón, pero era un partido entre amigos, con muchas risas de por medio.
Intercambio: Con una guitarra (un indio) y un violín (el cacique de la tribu Mbya) los integrantes de este pueblo nos regalaron una canción en guaraní, arranco solita la guitarra, luego fue acompañada por el otro instrumento, la lluvia se hizo presente y la ronda seguía intacta, mientras ellos nos agasajaban, yo pensaba en devolver el gesto, el problema era que no se me ocurría como. Pensé en cantar el himno nacional con los chicos, pero primero lo consulte ante un colega, y el respondió: "Estas loco, esta gente está olvidada, nadie le da nada, no creo que sea indicado".
Seguí pensando, si bien yo no sabía de qué trataba la canción en guaraní, yo quería devolver el gesto cantando, alguna que sepamos todos, y me salió de adentró una canción del club, de la que aprendemos en la cancha, no sé si estuvo bien o mal, pero me surgió de lo más profundo de mi corazón. Ellos tienen su cultura, sus creencias, sus valores y también sus canciones. Nosotros también.
Llego la hora de irnos. Livianos por fuera, pero muy llenos y reconfortados por dentro. Estos momentos siempre van a quedar en cada uno de los que vivimos esta experiencia y no dudo que a muchos nos van ayudar a la hora de tomar alguna decisión.
Nunca olvidemos nuestras raíces, nuestra tierra y el legado que nos dejaron nuestros antecesores.