Adriano Leite Ribeiro, uno de los futbolistas más talentosos y carismáticos de la historia de Brasil, reveló en una desgarradora carta escrita para The Players’ Tribune detalles íntimos y oscuros de su vida. A sus 42 años, el ex delantero de equipos como Inter de Milán, Flamengo y Roma, se sinceró sobre sus luchas personales, las cuales marcaron su carrera y vida fuera del campo. El "Emperador" confesó las profundidades de su adicción al alcohol, los traumas que arrastra desde su infancia y su elección de vivir en la favela Vila Cruzeiro, lejos de los lujos y la fama.
En su relato, Adriano describe el doloroso contexto de su infancia en la favela de Río de Janeiro. A los 14 años, comenzó a consumir alcohol, un escape ante la dureza de su entorno. En un momento clave, recuerda cómo su padre, Mirinho, reaccionó con furia cuando lo vio bebiendo en una fiesta familiar. "Mi padre me arrancó el vaso de las manos y lo tiró a la cuneta. 'Yo no te enseñé eso, hijo'", cuenta Adriano. Esta situación marcó el inicio de una relación tensa con el alcohol, que se agravaría con los años.
Sin embargo, el mayor golpe emocional de su vida fue la muerte de su padre en 2004, justo después de que Adriano se consagrara como goleador de la Copa América y figura destacada de la Selección de Brasil. La pérdida de Mirinho, quien había sido víctima de una bala perdida años antes, dejó una huella profunda en el jugador. "La muerte de mi padre cambió mi vida para siempre. Hasta el día de hoy, es un problema que no he podido resolver", expresó.
Adriano también relató sus años en Europa, cuando alcanzó el sueño de jugar en Italia, pero se vio atrapado por la soledad y la tristeza. La diferencia cultural, el frío invierno y la lejanía de su familia lo hicieron sentirse perdido, lo que lo llevó a refugiarse en el alcohol. En su primer año en Milán, después de una Navidad alejado de los suyos, se desbordó emocionalmente. "Cogí una botella de vodka. Bebí toda esa mierda solo. Lloré toda la noche", confesó.
A lo largo de su vida, Adriano tuvo altibajos tanto dentro como fuera del campo. Aunque logró mantenerse en la élite del fútbol por años, las recaídas con el alcohol fueron constantes, lo que lo llevó a vivir una existencia marcada por la desidia y la falta de control.
Sus escapatorias lo llevaron de nuevo a Vila Cruzeiro, una favela en Río de Janeiro, donde encuentra "paz". "No me interesa el crimen, las mujeres ni las drogas. Lo único que quiero es paz", afirma. Para él, Vila Cruzeiro no es solo un lugar, es su refugio, su hogar. "Aquí está mi historia. Aquí me respetan de verdad", dice, destacando que, a pesar de las dificultades y los peligros, la favela es el único lugar donde se siente libre.
En sus palabras, Adriano revela una vida marcada por los sacrificios, las tragedias familiares y su lucha personal contra la adicción. Sin embargo, también deja claro que, a pesar de los errores y los fracasos, él sigue siendo dueño de su historia. Hoy, mientras se enfrenta a sus demonios, se mantiene fiel a sus raíces y a la comunidad que lo vio nacer.
(Infobae)