Argentina se encuentra enfrentando la peor epidemia de dengue en su historia, con un alarmante aumento en el número de casos y muertes. A pesar de que el invierno se acerca y las temperaturas comienzan a descender, las autoridades de salud advierten que es necesario seguir usando repelente y descacharrar en los hogares.
Para esta semana, el Servicio Meteorológico Nacional informó que se esperan mañanas frías, con temperaturas mínimas de entre 10°C y 15°C. Si bien especialistas aseguran que el ciclo de vida del mosquito Aedes aegypti, transmisor del virus del dengue, se ralentiza con el frío, no se detiene por completo.
“Un solo día de bajas temperaturas no alcanza para la baja de circulación de los mosquitos. Se necesita tener una temperatura inferior a 15ºC por unos cuatro o cinco días”, informó Francisco Astudilla, médico infectólogo a Elonce.
Remarcó que “a pesar de que las temperaturas bajen las larvas pueden seguir viviendo. En ausencia de agua los huevos pueden seguir viviendo un año entero. Por más que la temperatura baje, que los mosquitos no circulen tanto, hay que descacharrar nuestras casas, porque si no el problema se renueva el año que viene”.
“Con las temperaturas altas en tres o cuatro días las larvas son mosquitos y con temperaturas bajas pueden vivir hasta 15 días. El ciclo se sostiene y somos nosotros los que lo sostenemos, a eso hay que entenderlo. Una vez que sacamos las larvas no pueden pasar al siguiente ciclo y ser un mosquito adulto, por lo tanto, el ciclo se corta. El agua de los floreros y demás se debe ir cambiando periódicamente”, resaltó.
A pesar del cambio de estación, el riesgo de contagio de dengue persiste en Argentina, y es fundamental que la población continúe con las medidas de prevención para combatir la proliferación de mosquitos.
Niveles de atención que requiere cada cuadro de la enfermedad
El Ministerio de Salud de Entre Ríos precisó los efectores a los que se debe asistir según las características del cuadro de la enfermedad.
Los establecimientos sanitarios de la provincia desarrollan diferentes estrategias de acuerdo a los niveles de complejidad. El objetivo es generar sistemas de flujo de pacientes más rápido y optimizar el recurso material y humano.
En principio, la enfermedad no reviste de gravedad si no se presentan signos de alarma. Es decir, la persona tendrá los síntomas característicos como fiebre, habitualmente de dos a siete días de evolución; y dos o más de las siguientes manifestaciones: náuseas, vómitos, manchas en la piel, dolor de cabeza y/o muscular, y nivel bajo de glóbulos blancos en la sangre.
Sin embargo, aquellas personas con la enfermedad pero que presentan condiciones asociadas a embarazo, adultos mayores de 65 años, obesidad mórbida, hipertensión arterial, diabetes mellitus, asma, daño renal, enfermedades hemolíticas, hepatopatía crónica, enfermedad úlceropéptica o gastritis, o se encuentran bajo tratamiento con anticoagulantes, es posible que requieran observación y atención de su infección y condición asociada.
En ese sentido, todos los cuadros leves se pueden resolver en un consultorio común y en los centros de salud. En este nivel de atención se puede realizar el control y seguimiento del 85 por ciento de los casos.
En tanto, cuando el cuadro se complica por la aparición de signos de alarma se requiere su derivación a un establecimiento de mayor complejidad. Generalmente, entre los días cinco y siete desde el inicio de los síntomas, se evidencia la caída de la fiebre y en las horas siguientes la sintomatología es más severa.
Si en este período el paciente presenta un cuadro caracterizado por dolor abdominal intenso o dolor a la palpación del abdomen, vómitos persistentes, acumulación de líquidos, sangrado de mucosas, irritabilidad, sensación de aturdimiento o mareos, y daño hepático, debe acudir de inmediato al hospital para su atención y tratamiento con administración de líquidos. Esto permitirá el abordaje oportuno y evitará complicaciones.
En tanto, se trata de un caso de dengue grave si la persona tiene dificultad respiratoria (debido a extravasación de plasma), sangrado profuso (según la evaluación del médico tratante), y tiene comprometidos otros órganos (daño hepático, miocarditis, etcétera).
Si bien no hay un medicamento específico para el dengue, ya que lo que se hace es tratar la sintomatología, en ningún caso se recomienda la automedicación. Siempre se debe respetar la indicación de un profesional de la salud quien evalúa cada cuadro.