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La gloria en sus manos

Todos estaban ahí. A puro trapo y cantando a capela que querían el ascenso, como premio al surco de lágrimas despojadas en todos y cada uno de los años que se fueron apilando como parte de una silenciosa historia de amor.

7 de Diciembre de 2015
La gloria en sus manos

Por Ezequiel Ré

(Gentileza para el SuperDeportivo)

 

Todos estaban ahí. A puro trapo y cantando a capela que querían el ascenso, como premio al surco de lágrimas despojadas en todos y cada uno de los años que se fueron apilando como parte de una silenciosa historia de amor. Un amor que parecía no correspondido. El de la intención, con el sueño de jugar en Primera A.

Y todos estaban ahí. A la misma hora y en el mismo lugar. Como hormigas fueron encolumnándose por las calles e ingresando al estadio. Faltaban cuatro horas para que comience el partido y Villa Sarmiento ya había cambiado su fisonomía. Globos rojos y negros, papelitos y el canto sagrado que venía bien de adentro. El nieto con el abuelo. Sin barreras generacionales: todos.

La gente jugó su partido y fue parte del sostenimiento anímico de los jugadores. Porque el 1-3 fue una fuerte afrenta moral en Tandil en el partido de ida ante Santamarina. Sin embargo la gente con su apoyo colmando como nunca el Grella, y acompañando la espera en las redes sociales con mensajes cargados de optimismo y videos motivacionales, le fueron dando a la definición un aspecto sin igual, histórico. Como nunca. Ahí ya goleaba el Santo: "Queremos ascender" 10 vs. "Pasa siempre lo mismo, no quieren ascender" 1.

Fue una previa cargada de emotividad, banderazo incluido. Hinchas del Patrón reportándose en Tierra del Fuego, en Buenos Aires, en todo Entre Ríos, en Europa, en Costa Rica. Los de acá también. Y eran miles. Una productora radial armó un video con ex compañeros del plantel rojinegro dejando su saludo. Otros sumaron fotos y recuerdos de las leyendas del 78, más 2008 y 2010. Leyenda será Bértoli, el arquero de los penales importantes e históricos. En la semana un canal de TV armó una competencia de hinchas quienes debían cantar canciones del rojinegro. Estaba en juego una camiseta. Fervor por todos lados. Y el domingo estaba en juego la historia. No faltaron videos de la familia de los futbolistas, parientes, amigos, hinchas nuevos y de los que siguen al equipo desde la década del 60 y un poco más atrás.

Todos jugaron el partido. Todos empujaron con la vista el endiablado disparo de tiro libre de Garrido que se metió cerca del palo izquierdo venciendo a Requena. En el momento en que las ilusiones parecían desvanecerse porque el reloj jugaba su partido. Y todos fueron a la carga con Minetti en el cabezazo que mandó la definición a los penales. Todos se sumaron al alarido de gol como buscando el escape a la victoria, al ascenso y a ese mundo nunca explorado. Apenas aquellas vez en el 78.

Digamos que en los penales tras el 2 a 0 vinieron recuerdos. En el arco estipulado, el Patrón en 2006 perdió la posibilidad de llegar a la final por un ascenso al Argentino A. Cayó por penales ante Rivadavia de Lincoln justo allí. Pero no hubo tiempo para reverdecer anécdotas negativas. Esta vez nadie falló en el Patrón y Bértoli después hizo lo suyo. Voló y voló hacia el palo derecho y rechazó el disparo de Gáspari. Héroe como ante Cipolletti o River. Héroes futboleros.

Y esta ciudad, tan linda, pero a veces descuidada y que le cuesta querer lo propio, redescubre en un partido de fútbol la simple palabra de unidad del pueblo, de pertenencia. Porque este domingo Patronato fue la ciudad, fue la provincia.

Los hinchas fueron indestructibles en el aliento, cómplices del éxito, testigos voluntarios de la epopeya y felices por mandamiento.

Perdón que busque el hilo inicial de esta maravillosa historia. Sitúo como mojón aquel equipo de Luis Murúa en 2006. Ya se iba formando una mística. Ya estaba Bértoli y Andrade era el guardián de los sueños. Sacrificio, actitud, un vestuario que se ordenó. Aquella goleada en contra ante Sportivo Las Parejas dejó a todos preocupados. Pero vino Edgardo Cervilla e hizo lo suyo. En la primera media temporada salvó al equipo del descenso y casi lo clasifica. Y luego lo ascendió. Se acrecentaba la mística del vestuario. Vino Tempesta y no pudo ser. Vino Amaya con su bonhomía y estuvo cerca. Con Fuentes se cumplió el sueño de la B Nacional. Asociados a Bértoli, Jara y un equipo con sacrificio y destellos de bueno juego. De 2010 a 2014 pasó por distintas etapas. Sufrió un duro revés el año pasado en el torneo corto pero en 2015 se reencontró con aquel vestuario plagado de mística y ganador. Pero además el vestuario del laburo y perfil bajo. En esto Delfino tuvo que ver. Bancó este plantel, bancó su idea de juego y bancó jugadores. Y cuando tuvo que ordenar algunas cuestiones de relación de grupo, tuvo la altura suficiente como para saber lidiar entre caciques.

Recordaba cuando Atlético Tucumán visitó a Patronato. El Vasco Azconzábal, DT rival, era blanco de algunos insultos que partían desde la platea. El Vasco se dio vuelta, los miró y les dijo "tranquilos, ascendemos los dos". Una premonición que se cumplió. Como muchas otras.

El domingo antes de la definición, un DT de las inferiores del Santo, Ariel Giacinti, tomó mi cuaderno de anotaciones y escribió una palabra. Me dice, "miralo después de los penales". Tras el éxito y por curiosidad observo la palabra que había anotado. Era el de de una empresa que patrocinó al rival en su camiseta. "Como sponsor nunca pudo ganar nada, es mufa", sonreía. Tomarlo como cuestión de cábala, pero sumó. Creer o reventar.

Tantas historias buenas y lindas. Como la de María Luisa Flematti. Tiene 91 años e iba a ver al Patrón desde que jugaba en la cancha de calle 3 de febrero. Sesenta y cuatro años alentando al equipo. Vio todos los ascensos y el domingo lloraba de alegría. Su Patrón le hizo vivir otra alegría, como aquellas tardes en las tribunas de troncos de eucaliptus en Santa Teresita.

O la de Adolfo Titina Alvarez, masajista de todos los ascensos: 1978, 2008, 2010 y 2015. O Dante Leonángeli que relató absolutamente todos los partidos de Patrón en la B Nacional. O Rubén Gey que relata al Patrón desde la Liga Paranaense hace 26 años. O el Pato Salerno, el periodista con corazón de hincha. O Juanito López, porque en sus lágrimas van las de su querido viejo, el Sapo, peronista y rojinegro de corazón. Colaborador incansable. O Rosa Zabala que casi deja su corazón el domingo en el Grella.

Y qué bueno lo que se vio anoche y se ve por estas horas. Gente por la ciudad con la camiseta de Patronato. Un equipo de la ciudad. Los bares, anoche, repletos de parroquianos santos, estirando el festejo y prolongando la agonía de la noche.

La verdad, en esta contienda el Patrón no merecía quedar afuera. De los dos rivales en el global de los 180 minutos fue el que buscó el ascenso, puso la cara y las chances de gol. Chocó en su momento con las manos de Requena y la errática suerte en la definición. Pero aparecieron los goles justos, los penales de la alegría y la historia les dio un casillero con número: 2015. Inmortales.

Tantos años en la lucha que ahora parece imposible. Tantos largos y extenuantes viajes. Tantas veces con las manos vacías, que ahora la satisfacción no tiene horizonte. Es un divague de cosas. De las imágenes del partido, de los penales, de los festejos, y del futuro en cancha de grandes entre los grandes. Este ascenso es un compilado de años, de lucha futbolera, de no bajar los brazos, de cientos de partidos, cientos de ruegos, de promesas ha cumplir en caso de.

Me río de los especuladores de bar, de los que frenan los sueños, porque en realidad nunca intentaron nada, más que hablar. Mediocres del café a las diez de la mañana, mientras la vida pasa.

Se vendrán otros tiempos, otros retos deportivos y económicos. Pero lo que se vive por estas horas es maravilloso. La gente se abraza, la gente llora, la gente se persigna, se emociona. Llena su alma.

Yo se que Delfino no siguió las instrucciones para elegir en un picado, pero tomó prestado algunos conceptos. Un grupo de jugadores defendiendo la lealtad táctica. Un grupo de amigos interpretando el vals de los sueños. Un grupo de hombres que fue al frente, y en la tempestad avizoró el horizonte soleado en un mar de frenético oleaje. Yo no se que pasará mañana, pero este Patronato de las mil batallas se merecía jugar en Primera A. Por los 37 años en que lo intentó, por este presente de unión y porque desafió sus propios límites.

Yo no se que pasará mañana. Solamente se que el ayer reciente, dio una alegría para toda la vida.

 

Fuente: Facebook Ezequiel Ré

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