Era como si quisiera que lo vieran. Juan Martín del Potro eligió el parque adyacente a la entrada principal del estadio del Madrid Open para entrenar. "¡Es Del Potro!. ¡Es del Potro!" exclamaban, incrédulos y felices, decenas de fanáticos que, en ese momento, mostraban sus entradas para ingresar al estadio. Mientras que otros, que no tenían tickets y que simplemente curioseaban desde los alrededores, se regalaron el entrenamiento del jugador. De lejos, la enorme estatura -el 1.98 metro de Del Potro- generaba sospecha de que era efectivamente él. Un poco más cerca, ya no había duda: en ropa deportiva, se entrenaba duramente bajo el sol. A la vista de todos. El tandilense parecía feliz con el momento y, en más de una ocasión, miró hacia la reja con una expresión risueña. Muchas personas levantaron sus smartphones para fotografiarlo.
El ejercicio -carreras cortas, frenadas, sentadillas- se hizo en pleno mediodía, bajo el sol madrileño que, a esa hora, brillaba fuerte. Fue una ocasión para verlo, ya que desde que llegó a la "Caja Mágica", estuvo recluido y concentrado en su preparación para el retorno.
"La evolución es día a día", confió después en conferencia de prensa. Y comentó que su presencia en el Masters 1000 de Madrid "es un paso más en la recuperación final". "Me encuentro en un proceso de evolución día a día, pero venir aquí es un paso más dentro de mi puesta a punto y para mi recuperación final y sentir mi plenitud física. Día a día voy mejor, aquí estoy entrenando con los mejores y eso me da ritmo. Necesito tiempo para adaptarme a este ritmo, pero este es un buen momento para hacerlo", señaló el tandilense.
Para eso, quiere ver sus sensaciones jugando el dobles con Nishikori: "Para mí jugar el dobles es importante para probarme oficialmente. Si las sensaciones son después las que esperamos y no ocurre nada raro, seguramente me anime a jugar el partido individual. No tengo prisa por comenzar a jugar, es más mi ilusión de volver al circuito y eso estoy más cerca de hacerlo".
"Estos meses fueron un poco de días grises y emocionalmente fue algo frustrante porque estaba peleando por cosas importantes cuando me lesioné, pero tampoco creíamos que iba a llevar mucho tiempo. Pero la lesión se fue alargando y fue más seria de lo que creían", añadió.
<i>LA NACION</i> le consultó por sus sensaciones personales en todo este proceso y la medida en que este nuevo parón por lesión lo acercaba o no a las pesadillas del pasado, cuando incluso se planteaba sobre su futuro. Su respuesta fue extensa y sin medias tintas.
"Desde lo emocional, encontré algunas sensaciones parecidas a lo que me pasó en años anteriores. Sobre todo, en estos meses que fueron de días grises. Cuando recién me lesioné, emocionalmente fue frustrante, porque estaba peleando muy arriba y por cosas importantes. Fue la desilusión de tener que parar por una lesión. Pero tampoco creíamos que era algo que iba a llevar mucho tiempo. Los médicos me alentaban y decían que era algo de solución rápida. Después eso no pasó. Se fue alargando todo mucho más. La lesión empezó a ser un poco más seria de lo que creían y el tiempo pasaba. Y yo hacía mucho esfuerzo para sobrevivir. para subsistir con dolor a diario", dijo.
Y añadió: "Ese dolor todavía me ocurre. Y allí es donde, en momentos de no tanta fortaleza o no tanto positivismo me acordaba de años anteriores y volver a sentir cosas parecidas. Pero, para mí, estar acá es lo que mejor me pone y donde tengo el mejor ánimo. Al estar aquí, en el torneo, las cosas malas o negativas aparecen menos en mi mente y en mi cuerpo. Es bueno estar aquí. Pienso para adelante y, con la experiencia que ya tengo con el dolor, trabajo para volver a hacerlo otra vez y hacerlo con la mejor energía del mundo".
Una Torre reservada y un