Ingrid Grudke rompe esquemas. Con la misma fuerza con la que luego de alcanzar una sólida carrera en el mundo de la moda se animó a hacer teatro de revista, conducción de eventos y de TV e incursionó en la actuación y el año pasado presentó su primer protagónico en cine con “Alma pura”, en 2020 se propuso un nuevo desafío. En septiembre viajará a Sevilla para competir en un torneo de Fit Model que organiza nada menos que Arnold Schwarzenegger. “No es fisicoculturismo, como se dijo. Esta categoría empezó en 2015, con cuerpos más delgados, con músculos más estilizados, no se usa la hipertrofia y tampoco se suplementa”, explica la multifacética misionera en diálogo con Noticias Argentinas.
Se adentró en este mundo que hasta hace unos meses era completamente desconocido para ella porque durante la cuarentena estricta conoció a la entrenadora y culturista Analía Galeano, quien le armó una rutina de ejercicios y al ver cómo respondía su cuerpo, no dudó en proponerle entrar a la competencia. “Siempre me gusta transgredir… en realidad, me gusta hacer lo que tengo ganas y también explorar otros mundos. Siempre necesitan encasillarte: es blanco o negro, pero hay un mundo de colores. Me da satisfacción animarme a hacer algo que nadie imaginaba. Mi forma de vivir es así, cada uno es libre de hacer lo que tiene ganas. Las limitaciones las pone uno, pero todo implica un sacrificio, esto no es fácil”, señala.
Y detalla: “Entreno todos los días, me canso, me exijo, estoy haciendo un plan de buena alimentación. Tengo una conducta que mantengo hace un años porque nada es de un día para el otro y está bueno no quedarse en la comodidad. Si te da felicidad hacer otra cosa, no importa la edad que tengas, donde te criaste o lo que hiciste antes, lo importante es que lo hagas. Me gusta que la vida me genere adrenalina todo el tiempo”.
-¿Te sentís diferente desde que empezaste a entrenar con este objetivo?
-Me siento mucho más fuerte físicamente. Soy muy alérgica al cambio de clima, siempre he tenido problemas pulmonares y lo primero que mejoró fue mi respiración porque aprendí a respirar y a trabajar la fuerza. Al principio, no me podía parar para hacer una sentadilla sosteniendo un palo arriba de mi cabeza. No podía hacer 20 repeticiones y hoy puedo hacer todo con peso, llego a levantar más de 90 kilos con las piernas, fue todo de a poco, porque uno desconoce su cuerpo a veces. Acá no hay polvito mágico, ejercicio, buena alimentación y constancia y perseverancia para estar mejor de salud.
-Contaste que no medís tu evolución con la balanza y venís del mundo de la moda, donde hay muchas exigencias con el peso de las modelos, ¿alguna vez lo padeciste?
-Por suerte no, con mi personalidad, si me decían algo, les decía: “Sí, sí. Calmate”. Cuando empecé a ser modelo tenía otro tipo de curvas, más adolescentes y quizás te decían que para hacer pasarela tenías que adelgazar un poco y a mí jamás me torturó. Creo que tiene que ver con la educación que recibí en mi casa. Mi mamá nos inculcó a mí y a mis hermanos que tenemos que sentirnos seguros de lo que somos. La palabra balanza y dieta son dos palabras que nunca usé en 26 años de carrera porque el número condiciona y a veces no bajás de peso porque la grasa se transforma en músculo. Uno tiene que verse al espejo, comparar sus formas, ver la evolución con fotos, con la ropa.
-¿Tuviste que cambiar tu alimentación?
No mucho, porque no tengo debilidades con la comida. No me gusta lo dulce, el alcohol ni me hallo con lo que más engorda. Me crié en una chacra y mi golosina era comer una zanahoria. Sigo una alimentación a base de carnes, legumbres y verduras, lo hago de manera ordenada y no me cuesta. Yo cuento mi experiencia y me gusta aclarar que ningún cuerpo se parece al otro y que si alguno quiere cambiar su estilo de vida, tiene que buscar ayuda profesional.
-¿Te piden muchos consejos en las redes?
-Sí y es una responsabilidad muy grande. Me preguntan qué dieta hago, mi plan de entrenamiento y por eso hice algunos vivos de Instagram sobre gimnasia, pero con mi entrenadora. Me interesa dar un mensaje laborable, pero no puedo hablar de comida porque no sé lo que sufre la otra persona.
-El 2020 te llevó a Misiones por la muerte de tu papá y te quedaste viviendo en Posadas después de 25 años en los que recorriste la Argentina y el mundo. ¿Cómo es tu vida allá?
-En agosto falleció mi papá de viejito, estaba en Buenos Aires y pude venir con un permiso, con la obligación de cumplir una cuarentena de 15 días. Después me quedé hasta diciembre y sentí que la vida me dio la oportunidad de poder disfrutar a mi familia, mis amigos de toda la vida, porque trato de sacar las cosas buenas dentro de lo negativo. Además estoy viviendo rodeada de la naturaleza, acá hay casos de Covid-19 pero estamos casi todos vacunados, no se vive con tanta tensión como en Buenos Aires, aunque es una ciudad que amo.
-También te viste obligada a formalizar la convivencia con tu pareja, el empresario Martín Colantonio en el último año.
-Sí, él es de Mar del Plata y estábamos acostumbrados a ir y venir, pero él decidió acompañarme en Buenos Aires, cuando pasó lo de mi papá me trajo a Misiones. Es un hombre de mar, pero cuando vivió en la chacra, con la selva y la tierra colorada fue una experiencia única y diferente. A tal punto que inició un proyecto personal acá y lo acompaño. Tomé la decisión de formar una familia. Martín es mi familia y nos llevamos súper bien en todo sentido. Somos muy libres como pareja, tratamos de disfrutar y construir algo bueno dentro de lo que estuvimos viviendo.
-Hace poco dijiste que nunca fue tu deseo ser mamá, pero recién ahora te sentís libre de decirlo porque es un tema que está en debate en nuestra sociedad.
-Es cierto. A los 18 años me fui de casa, con el permiso de mis padres, para trabajar en Barcelona. Siempre fui muy autónoma e independiente. He tenido parejas por mucho tiempo pero fui muy libre de hacer todo para realizarme, aunque suene egoísta. Como mujer me siento feliz, realizada en un montón de cosas… Antes no podía decir que no tengo ganas de ser mamá, porque era muy fuerte. Ahora lo puedo decir con más tranquilidad, sin sentirme juzgada. Hace veinte años, escuchaba las conversaciones de mis amigas y decía: “Está bueno, algún día me voy a casar y tener hijos”. Era más fácil decir eso que explicar por qué no quería ser mamá.
-No podías ser completamente honesta.
-Porque chocaba decir eso. Ser mamá es un deseo y si a los 50 me dan ganas, puedo hacerlo sin llevar un bebé en mi vientre. Está bueno contarlo, porque hoy cambiaron los conceptos ideales de cómo uno tiene que vivir.
-También hay muchas personas que creen que las mujeres que eligen no ser madres odian a los chicos y no necesariamente es así.
-Totalmente y es terrible. Yo soy una tía muy presente y me gusta ayudar fundaciones y hogares de chicos. De hecho, soy madrina del hogar de Diego Reinhold (Mariposa) que necesita que la gente colabore. Mis amigas me cargan porque los chicos se me pegan. Son almas sinceras, puras y algo les debo generar algo para que se sientan cómodos. Yo los amo y me encanta estar cerca de ellos.
-Con todos estos cambios que estás atravesando en tu vida, ¿pensas en darle un cierre a tu carrera de modelo?
-Empecé sin soñar ser modelo, fueron oportunidades que me fueron apareciendo. Pensé que iban a ser diez años de carrera y fueron 25 ininterrumpidos. El año pasado se truncó por el tema de la pandemia y lógicamente me hace pensar que ya no es lo mismo. Fue chocante quedarme sin hacer nada durante tanto tiempo, las modelos sufrimos mucho. El modelaje es parte de mi vida, porque todos me reconocen como modelo y si esto se vuelve a normalizar, amo viajar, presentarme en las provincias, conducir. Sigo en el mundo del espectáculo y si me quieren desfilando, lo haré. La edad no es un límite. La moda me sigue acompañando y no me quiere dejar ahí. Me gusta estar e impulsar nuevas generaciones.