Décadas atrás, un piloto de Fórmula 1 sabía los riesgos que conllevaba subirse a un auto de carrera. La seguridad no era, ni por escándalo, la de ahora. Desde Ayrton Senna hasta Jules Bianchi pasaron 20 años, y en el accidente del francés fueron protagonistas, en gran parte, los comisarios que dieron la orden de retirar el auto de Adrián Sutil con una grúa en plena competencia y sin agitar la bandera del pace car.
Salvo por ese incidente, la seguridad en la Fórmula 1 -con ayuda de la tecnología- mejoró notablemente. En 1976, las medidas preventivas y los circuitos no eran, justamente, seguros. El 1 de agosto de ese año se produjo un accidente terrible, en la tercera vuelta de Nürburgring y tuvo al vigente campeón, Niki Lauda, como el afectado.
En esa competencia, el austríaco clasificó segundo, detrás de James Hunt. Ambos se decidieron por largar con gomas de lluvia, debido a que el circuito amaneció con lluvia y el suelo se encontraba mojado.
Al final de la primera vuelta, varios pilotos ingresaron a la zona de boxes para poner neumáticos lisos. Hunt salió primero de los pits y Lauda quedó relegado en las posiciones. En su búsqueda por superar al británico, su Ferrari se descontoló en la curva Bergwerk e impactó con la barrera de contención.
Su auto, en llamas, volvió al centro de la pista y fue chocado por un Hesketh y un Surtees. Harald Ertl, Guy Edwards y Arturo Merzario se bajaron inmediatamente de sus vehículos y ayudaron a salir al campeón del mundo de su monoplaza.
Niki, todavía consciente, fue trasladado al hospital Adenau y horas después al University Hospital en Mannheim, en helicóptero. Luchó por su vida y regresó al ruedo en Monza, Italia. Ese año perdió el campeonato mundial ante Hunt, pero jamás se rindió. En el 77', logró su segundo título y en el 84' llegó el tercero, para depositarlo entre los más grandes de la historia.