"Faltan diez minutos", esa respuesta es la que repitieron, varias veces y durante varios minutos, los tripulantes del vuelo de LaMia, que hace dos semanas se estrelló en Medellín cuando trasladaba al equipo de Chapecoense, dirigentes y periodistas que soñaban con disputar su primera final internacional en la Copa Sudamericana ante Atlético Nacional.
"Diez minutos", dice Rafael Henzel, periodista, una de las seis personas que sobrevivió (tres jugadores, dos tripulantes y él). Esa es la respuesta que hasta el día de hoy le suena en la cabeza. Henzel, quien se estima llegará hoy a la ciudad de Chapecó, brindó un crudo relato de lo que fue el vuelo y los instantes previos al accidente en el que murieron 71 personas.
"Comenzamos aquel viaje en San Pablo. Tardamos poco más de una hora hasta Santa Cruz de la Sierra. De allí a Medellín. El ambiente que había en la delegación era de felicidad. Todo el mundo estaba alegre por el acontecimiento al que íbamos. En ese vuelo 2933 convivíamos el plantel. entrenadores, la prensa, empresarios. Todo era en el marco de un clima festivo", comenzó relatando.
"El vuelo desde Bolivia venía con normalidad, hasta que tuvimos una turbulencia. Allí saltó una alarma, que terminó siendo la única que hicieron sonar los comisarios de abordo. El vuelo se estaba extendiendo más tiempo de lo normal. Comenzamos a preguntar si no era ya hora de aterrizar. 'Faltan 10 minutos para llegar', nos dijeron algunos miembros de la tripulación. A cada consulta que hacíamos, teníamos la misma respuesta: 'Diez minutos'", continuó.
Luego se metió de lleno en lo que sucedió previo la tragedia: "De un minuto a otro las luces del avión se apagaron. Nadie informó nada, nadie dijo que alguna anomalía estuviese sucediendo. Desmiento totalmente que la tripulación nos previniese en algún instante sobre la falta de combustible y de que podíamos realizar un aterrizaje de emergencia. Esa información nunca, insisto nunca nos la proporcionaron".
<b>El recuerdo del accidente</b>
"No sé cuánto tiempo pasó desde que se apagaron las luces y el avión se estrelló. Sólo me acuerdo que miré hacia mi izquierda, ya que estaba en la penúltima fila del avión, en el lado derecho. Miré a mi costado y vi a un comisario de abordo que tenía el cinturón de seguridad bien extendido. Por esa imagen, imagino que ni esa persona sabía exactamente lo que estaba ocurriendo. El avión quedó a oscuras, hubo un silencio sepulcral. Aterrador. Todos los motores dejaron de funcionar. Después de ese silencio, se estrelló", relata Rafael Henzel.
"Me desperté cuando un grupo de rescate pasaba cerca de donde me había caído. Comencé a gritarles para llamarles la atención y que me atendieran. Fui el penúltimo en ser rescatado. Mi asiento había quedado atrapado entre dos árboles y mis piernas estaban entre las ramas. Cuando desperté vi a mis dos colegas, Renan Agnolin y Djalma Neto, con los que iba sentados en la misma fila, junto a mí. Se habían despegado los tres asientos a la vez. Yo iba en medio de ambos. Ellos dos fallecieron", recuerda.
Henzel contó que al llegar al hospital lo primero que hizo fue pedir un teléfono para llamar a su familia. Del otro lado atendió la mujer, pero recuerda la frase de su hijo de 11 años: "Yo sabía que no estabas muerto, lo sabía". "Me dijo que mi respiración estaba presente en su corazón... eso fue una inyección de vida en mi cuerpo", relató.
<b>El arquero Jackson Follmann, ya está en Brasil.</b>
Esta mañana Follmann, uno de los tres futbolistas que sobrevivió a la tragedia, llegó a San Pablo, donde permanecerá ingresado en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del hospital. Follmann partió de Medellín la tarde del lunes y viajó en un avión médico.
El jugador, que perdió parte de una pierna durante el accidente, sufre una fractura en una vértebra de la columna cervical y deberá ser sometido a una cirugía en los próximos días. Fuente: (La Nación).-